¿Creen los católicos en la curación por fe?

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El cuerpo no es el único lugar donde se aloja la enfermedad y se necesita curación; la mente y el espíritu necesitan restauración también para alcanzar la plenitud.

La mayoría de nosotros equiparamos la curación por fe con la resolución milagrosa de una condición médica que no puede explicarse por otros medios. En casos carismáticos de curación por fe, una persona enferma recibe la imposición de manos, se ora por ella, con frecuencia en un lenguaje de lenguas ininteligible, y puede experimentar estar “llena del Espíritu”, cayendo al suelo involuntariamente. En las películas, este es el momento en que la persona se levanta, tira las muletas y se aleja recuperada.

Pero no despreciemos el don de la curación. En los evangelios, la curación se logra con frecuencia mediante un toque o una palabra de Jesús. En la iglesia primitiva, Santiago exhorta a la comunidad a imponer las manos sobre los enfermos y orar por ellos, presumiendo un efecto curativo. Nuestro Sacramento de los Enfermos de hoy es una unción con aceite que busca restaurar a la persona enferma a la plenitud de cuerpo, mente y espíritu.

Pero, ¿qué es exactamente por lo que oramos cuando oramos por sanidad? El teólogo John Craghan distingue entre buscar la intervención de Dios y tratar de hacer valer el control mental sobre la enfermedad. Movimientos como la Ciencia Cristiana intentan lo último, mientras que la tradición católica invoca la ayuda divina. Craghan describe cuatro elementos particulares de la enseñanza católica sobre la curación: Toda curación es un regalo de Dios. La enfermedad no es simplemente el resultado de un pensamiento incorrecto, sino una condición real. La ayuda médica disponible a través de la ciencia coopera con el objetivo de la curación y no debe rechazarse considerándose contraria a la fe. Y finalmente, el cuerpo no es el único lugar donde se aloja la enfermedad y se necesita curación; la mente y el espíritu necesitan restauración también para alcanzar la plenitud.

Este entendimiento sugiere que no es suficiente insistir: "Si es la voluntad de Dios, mejoraré", negando las recomendaciones o prescripciones de un médico. Del mismo modo, aquellos que sufren de depresión no deben imaginar que si su fe fuera más fuerte, su condición se evaporaría de la noche a la mañana. La pérdida de la salud física o mental es lo suficientemente angustiosa sin que se agreguen acusaciones o culpas injustificadas.

La iglesia siempre ha invertido en la curación por medio de los sacramentos, así como en el cuidado de los enfermos mediante la construcción de hospitales en todo el mundo. Con demasiada frecuencia, la atención médica moderna despersonaliza y deshumaniza a la persona enferma en entornos y procedimientos clínicos. El Sacramento de los Enfermos devuelve a los enfermos a la comunidad de fe y los revela como un signo del sufrimiento y la compasión perdurables de Cristo.

Escrituras: Éxodo 15:26; 1 Reyes 17: 17-24; Eclesiástico 38: 1-15; Marcos 1: 21-34; Mateo 14: 13-14; 25: 31-46; Lucas 7: 21-23; Juan 9: 1-5; Santiago 5: 13-16

Libros: Healing Through the Sacraments, by Michael Marsch (Liturgical Press, 1989)

Healing the Future: Personal Recovery from Societal Wounding, by Dennis, Sheila, and Matthew Linn (Paulist Press: 2012)


Reprinted with permission from PrepareTheWord.com. ©TrueQuest Communications.

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