El ensimismamiento es siempre una señal de que el enfoque necesita ser devuelto a Dios y no al propio estado de pureza.

Como adjetivo, ser escrupuloso describe a una persona que está extremadamente atenta a los detalles. Aquellos que son escrupulosos hacen el trabajo con diligencia y meticulosidad. Cuando se trata de asuntos morales, los escrupulosos son conocidos por sus principios elevados. Quien contrata a un empleado escrupuloso puede confiar en que no tomará atajos, no falseará los libros ni se llevará cartuchos de inyección de tinta de la oficina a casa.

La escrupulosidad patológica, sin embargo, se manifiesta como una forma de trastorno de ansiedad. Entonces la escrupulosidad se convierte en un miedo morboso de estar en un estado pecaminoso. Esta condición no se trata de tener una conciencia sensible; sería fantástico si más personas la tuvieran. La persona escrupulosa comienza a fabricar ocasiones de pecado, viendo el espejismo de la maldad incluso donde no la hay. Los escrupulosos comienzan a preocuparse de que están a punto de pecar; o de que han pecado sin saberlo.

“No peques de escrupuloso”, me advirtió un confesor cuando yo era una adolescente algo piadosa, ya convencida de que confesarme repetidamente era una escalera hacia una mayor santidad. Este sacerdote me estaba advirtiendo que el camino de la escrupulosidad espiritual a menudo conduce, no a los escalones de santidad de los santos medievales que secretamente esperaba alcanzar, sino a la incapacidad de juzgar la moralidad de cualquier acción con claridad. Cuando la meta se convierte en erradicar cada mota de pecaminosidad personal potencial, el ideal genuino —de buscar el camino de la vida santa— se oscurece. El ensimismamiento es siempre una señal de que el enfoque necesita ser devuelto a Dios y no al propio estado de pureza. En mi caso, la alerta temprana me sacó de un camino que podría haberme provocado un gran sufrimiento.

Aquellos que padecen la enfermedad mental de la escrupulosidad expresan ansiedad por no ir a confesarse con suficiente frecuencia, por no confesarse adecuadamente o por no realizar su penitencia con suficiente contrición. Confiesan los mismos pecados una y otra vez, o repiten sus penitencias tratando de perfeccionar su remordimiento. Aun así, el escrupuloso pierde la fe en la capacidad de la absolución para absolver. Pueden llegar a creer que no pueden ser perdonados porque el mal que hay en ellos es demasiado grande. Esto, irónicamente, ES una cuestión de pecado: dudar de la eficacia del perdón divino. Es como decir que Jesús murió en la cruz en vano cuando se trata de ti, ya que tú personalmente eres demasiado malo para ser salvo. Aquellos afligidos por la escrupulosidad deben buscar consejería profesional, además de dirección espiritual calificada.

Escrituras: Josué 1: 9; 2 Crónicas 20:20; Salmos 9: 10-11; 46:11; 56: 3-5; 103: 8-10; Proverbios 3: 5; Isaías 43:25; Mateo 21:22; Lucas 1:37; 24:32; Juan 8:12; Efesios 3: 11-12; Filipenses 4:13; Hebreos 13: 8; Apocalipsis 3: 20-21

Website: https://scrupulousanonymous.org 

Libros: Understanding Scrupulosity: Questions and Encouragement, by Thomas M. Santa, SSsR (Liguori Publications, 2017)

A Worrier’s Guide to the Bible: 50 Verses to Ease Anxieties, by Gary Zimak (Liguori Publications, 2012)


Reprinted with permission from PrepareTheWord.com. ©TrueQuest Communications.

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