¿Cómo deberían los católicos decidir su voto?

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La dignidad de la persona humana, la subsidiariedad, el bien común y la solidaridad deben conformar la conciencia católica en cualquier ocasión.

¡Gracias por suponer que los católicos deberían votar! Recientemente conocí a una mujer jubilada que declaraba con orgullo su fe católica. Y luego admitía con más orgullo que nunca había votado en una sola elección: "Mi confianza está en Dios, no en la política sucia".

Si la política es sucia es porque las personas de buena voluntad no se involucran en la vida pública. Los obispos de Estados Unidos (USCCB) afirman: "Como católicos, llevamos la riqueza de nuestra fe a la plaza pública". Y también: “En la Tradición Católica, la ciudadanía responsable es una virtud y la participación en la vida política es una obligación moral”. (13) Ambas declaraciones aparecen en Forming Consciences for Faithful Citizenship: A Call to Political Responsibility (Formar conciencias para una ciudadanía fiel: un llamado a la responsabilidad política) (noviembre de 2019) . Este documento sobre responsabilidad social ha sido editado y reimprimido cada cuatro años desde las elecciones de 1976.

Lamentablemente, la última edición salió antes de la pandemia, la que seguramente habría dado forma al contenido. Aún así, subraya los principios eternos de la doctrina de la justicia social de la iglesia: la dignidad de la persona humana, la subsidiariedad, el bien común y la solidaridad. Estos cuatro pilares deben conformar la conciencia católica en cualquier ocasión.

La dignidad humana requiere una defensa apasionada del nonato. Sin embargo, "igualmente sagradas", insiste el Papa Francisco, son las vidas de los pobres, los enfermos, los ancianos y los niños. La dignidad humana se ve amenazada de muchas maneras: indiferencia hacia los inmigrantes y refugiados, xenofobia, racismo, tortura, trata de personas, pena capital, violencia con armas de fuego, conflicto global y crisis ambiental. Todos deben verse correctamente como cuestiones de vida. Todos están en peligro por la "cultura del descarte" que etiqueta algunas vidas como prescindibles.

El principio de subsidiariedad implica una preocupación planteada por el Papa Juan Pablo II: que "todas las estructuras del pecado tienen sus raíces en el pecado personal ... vinculadas a los actos concretos de los individuos". Una persona puede sentirse impotente para influir en el mal institucional. Sin embargo, el Papa Benedicto XVI señaló que la caridad es vital no solo en las microrelaciones (amigos, familiares, grupos pequeños) sino también en las macro (sociales, económicas, políticas). (9) La moralidad de los grupos importa, desde la familia hasta la corporación y la comunidad internacional. Los grupos más grandes tienen la responsabilidad de los más pequeños.

El bien común se mantiene cuando se nutre y protege la unidad básica de la sociedad, la familia. Los niños y las mujeres deben ser valorados. Los trabajadores deben ganar un salario digno. La seguridad alimentaria, la vivienda, la educación, la atención médica, el empleo y la libertad de religión deben ser derechos garantizados. La economía debe servir a las personas y no al revés.

Finalmente, la solidaridad sigue siendo un valor católico. Nuestras relaciones en la sociedad deben tener una “coherencia eucarística”, con una opción preferencial por los pobres y una acogida por los extraños. Apoya a los líderes y las políticas que afirman estas verdades.

Fuente: 

Forming Consciences for Faithful Citizenship (USCCB, Nov. 2019)

https://www.usccb.org/resources/forming-consciences-for-faithful-citizenship.pdf


Reprinted with permission from PrepareTheWord.com. ©TrueQuest Communications.

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