Affectionate couple
En 1965, el valor unitivo del acto sexual junto con su significado procreador fue abrazado por la enseñanza católica. El derecho y el deber de las parejas para limitar responsablemente el número de hijos fueron aceptados; se estableció una distinción entre los medios naturales y artificiales de hacerlo.

Comienza con dos conceptos básicos de enseñanza: que la vida es un don sagrado de Dios, y que la familia es la unidad social primaria y lo que sucede dentro de ella es de gran importancia social. Apégate a estas ideas al reflexionar sobre la historia siguiente, la cual demuestra la evolución de estos principios en cuanto a la anticoncepción.

Hasta el siglo XX, la iglesia veía la procreación como el único significado de la actividad sexual. El sexo pensado para evitar una vida, por lo tanto, era una contradicción evidente de su significado. El especialista en ética James Hanigan identifica seis acontecimientos que hicieron que esta perspectiva fuera menos obvia para muchos. En primer lugar, la biología del siglo XVIII estudió el sistema reproductivo humano lo suficientemente bien como para poder evitar artificialmente los embarazos. A continuación, la sociología señaló una explosión de la población en un mundo con recursos limitados. En tercer lugar, surge en la conciencia social la valoración política de la dignidad de la persona como un elector libre. En cuarto lugar, a medida que las granjas familiares dieron paso a las fábricas, las cargas económicas aumentaron con el número de hijos. En quinto lugar, el reconocimiento contemporáneo de las mujeres como personas plenas las llevó a aspiraciones más allá de los roles tradicionales. Por último, una reevaluación de la importancia de la sexualidad en la identidad humana condujo a la aceptación del significado unitivo de la actividad sexual.

Los papas modernos han demostrado un deseo de reconocer estos factores sin abandonar las enseñanzas fundamentales sobre la vida y la familia. En 1965, el valor unitivo del acto sexual junto con su significado procreador fue abrazado por la enseñanza católica. El derecho y el deber de las parejas para limitar responsablemente el número de hijos fueron aceptados; se estableció una distinción entre los medios naturales y artificiales de hacerlo. El papa Francisco reiteró esta enseñanza en el año 2015, tomando nota de que los católicos no estaban obligados “a reproducirse como conejos". Las excepciones relativas al uso de la anticoncepción artificial se han presentado en tres ocasiones: en 1960, el Papa Pablo VI aprobó el control de la natalidad para las hermanas religiosas expuestas al riesgo de violación en el Congo belga. En 2010, Benedicto XVI señaló que el uso de condones por las prostitutas para evitar la propagación del SIDA podría ser visto como una opción moral. En 2016, el papa Francisco citó las enseñanzas de Benedicto XVI al declarar que las mujeres en peligro de contraer el virus del Zika podrían usar métodos anticonceptivos como una elección responsable.

Las enseñanza de la Iglesia en 2016 ilustran cómo los papas todavía están escuchando y matizando: "El camino justo para la planificación familiar es el de un diálogo consensuado entre los cónyuges, el respeto a los ciclos de fertilidad y la consideración de la dignidad de la pareja" (Amoris Laetitia #63).

Escrituras: Génesis 1: 27-28; 2: 18-24; Ruth; Cantar de los cantares; Efesios 5: 25-32

Libros: Just Ministry: Professional Ethics for Pastoral Ministers – Richard Gula (Mahwah, NJ: Paulist Press, 2010)

Theology of the Body for Beginners: A Basic introduction to Pope John II’s Sexual Revolution – Christopher West (West Chester, PA: Ascension Press, 2009)


Reprinted with permission from PrepareTheWord.com. ©TrueQuest Communications.

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