¿Hubo alguna vez algo así como una diaconisa?

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Sí. Algunos escritores primeros prefirieron el término diaconisa y otros las llamaron diáconos, como a los hombres. Y otros dieron a entender que estas mujeres eran simplemente esposas de diáconos. Sin embargo, la existencia del oficio femenino de diácono no está en duda. Lo que eran las responsabilidades de este oficio está menos claro: si los diáconos femeninos llevaban a cabo los mismos ministerios que sus homólogos masculinos o no.

La base bíblica del oficio depende de la referencia de Pablo en Romanos a "nuestra hermana Febe, que es una ministra (diakonos) de la iglesia". Otro pasaje en 1 Timoteo describe las cualidades de un diácono y continúa: "Las mujeres, igualmente, deben ser dignas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo". El pasaje continúa delineando las cualidades de los diáconos, y es razonable suponer que las mujeres en cuestión eran también diáconos. A principios del siglo II, Plinio el Joven nota la presencia de mujeres diáconos, y documentos de la Iglesia de Oriente las mencionan, incluyendo el Concilio de Calcedonia (451) que da cuenta de su ordenación.

¿Qué hicieron las mujeres diáconos? En los Hechos de los Apóstoles se describen las acciones de los primeros siete diáconos varones como predicar, enseñar, bautizar, sanar a los enfermos, exorcizar demonios, servir a los pobres de la comunidad y ser martirizados por su fe. Pablo añade la tarea de recaudación de fondos a este resumen. Lucas describe a las mujeres como a las mecenas del ministerio de Jesús en el capítulo 8: podrían encajar en el concepto de Pablo de la función de diácono. Las compañeras de trabajo de Pablo, Priscila, Cloe y Lydia, también sirvieron, enseñaron y dirigieron a la comunidad de varias maneras, aunque el término diácono no se aplicó bíblicamente a lo que hacían.

En la iglesia siria del siglo III, las diaconisas asistían en el bautismo de las mujeres y visitaban a los enfermos y ancianos. En las Constituciones Apostólicas del siglo IV se describen a las diaconisas como vírgenes o viudas, subordinadas a los diáconos varones, que servían a sus comunidades de acuerdo a las necesidades pastorales del momento. Este documento también incluye el ritual de la ordenación de las diaconisas, quienes la recibían por imposición de manos del obispo. Al igual que su contraparte masculina, la diaconisa tenía una función litúrgica, pero no era elegible para predicar. Durante los primeros seis siglos, el oficio de diácono femenino estaba bien establecido en el Este.

Evidencia temprana en la iglesia occidental muestra oposición a un oficio ordenado para mujeres diáconos, aunque su servicio a la iglesia es indiscutible. Todavía en el siglo VI, lugares como la Galia aún utilizan diaconisas viudas.

Escrituras: Lucas 8:1-3; Hechos de los Apóstoles 6:1—7:60; 8:4-40; 16:14-15, 40; 18:1-3, 18-28; Romanos 16:1-4; 1 Timoteo 3:8-13

Libros: A New Phoebe: Perspectives on Roman Catholic Women and the Diaconate - ed. Virginia Ratigan (Kansas City: Sheed  & Ward, 1990)

Women of Bible Lands - Martha Ann Kirk (Collegeville, MN: Liturgical Press, 2004)


Reprinted with permission from PrepareTheWord.com. ©TrueQuest Communications.

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