American flag
Nuestra grandeza como nación no tiene que surgir a expensas de nuestra bondad como comunidad.

¿Hay algo malo en querer que nuestro país sea el mejor, el primero, el más grande? Por supuesto que no. La mayoría de nosotros tenemos una lealtad natural a la tierra en que nacimos, así como a cualquier país adoptado más tarde. Pienso en mis abuelos, tres de los cuales nacieron en Europa. Fueron los impulsores más entusiastas de Estados Unidos que puedas imaginar, y nadie celebraba el Cuatro de Julio como ellos. Sin embargo, también hablaban con nostalgia del viejo país: acerca de las comunidades, costumbres y lenguas a las que renunciaron para venir aquí. Ciudadanos de dos lugares, mantenían lealtades a ambos. Sin embargo, sería erróneo decir que sus corazones estaban divididos o comprometidos de alguna manera por estas lealtades. Cada uno tenía razones muy claras por las que había escogido el difícil camino de la inmigración.

¿Es diferente para nosotros quienes nos consideramos ciudadanos de este mundo Y del reino de Dios? En este caso, no estamos hablando de territorios geográficos, sino de reinos alternos con valores a menudo encontrados. Por ejemplo, en tu país una cosa puede ser legal, pero inmoral para un cristiano. Así que sí: debemos reconocer que a veces nuestros valores como ciudadanos de nuestro país están en oposición con los valores cristianos que nos obligan de una manera primaria. Eso puede causarnos conflictos; debería. Cuando los valores chocan, estamos obligados a elegir entre las lealtades, lo que nunca es tan simple.

Volviendo a querer ser el más grande: ¿Está en conflicto esta idea con el espíritu del reino de Dios, en el cual los últimos serán los primeros, y los mansos heredarán la tierra? No creo que uno pueda vender muchos sombreros que digan "Haz manso a mi país". Pero creo que los cristianos deben preguntarse: ¿Cuál es la base de la grandeza de mi país? ¿Por cuál causa debería ser grande mi país? ¿Para quién? ¿Para TODOS los residentes, o sólo algunos? ¿SÓLO para mi país, o para el bien común de la comunidad internacional que comparte este pequeño planeta? Nuestra grandeza como nación no tiene que surgir a expensas de nuestra bondad como comunidad. No tiene que venir en un sentido limitado, materialista, o militar; y sólo para un número exclusivo de ciudadanos aprobados. Esta interpretación de la grandeza está obviamente en conflicto con la gran bondad de Dios. Cuando ocurren tales conflictos, nos obligan a considerar, ¿qué ciudadanía valoro más: la de mi país o la del reino de Dios?

Escrituras: Génesis 12: 1-3; Isaías 2: 2-5; 49: 6; Mateo 5: 1-16; Lucas 6: 20-36; Hechos 3:25

Libros: Politics, Religion, and the Common Good – Martin E. Marty (San Francisco: Jossey-Bass Publishers, 2000)

On God’s Side: What Religion Forgets and Politics Hasn’t Learned About Serving the Common Good – Jim Wallis (Grand Rapids, MI: Brazos Press, 2013)


Reprinted with permission from PrepareTheWord.com. ©TrueQuest Communications.

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