¿Por qué Dios deja que pasen cosas malas?

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God

Ésta es una de esas preguntas tan antiguas como la humanidad: ¿Cómo es posible que un Dios bueno y todopoderoso haya permitido que el mal y el pecado vinieran al mundo, y que además continúe tolerándolos?

Si miramos al mundo, la acusación parece bastante fuerte. La raza humana parece no poder liberase de su adicción a la violencia para resolver sus conflictos. No encuentra la manera para compartir sus considerables recursos de modo que todos tengan lo suficiente. Parece empeñada en la destrucción del planeta del cual depende su propia existencia. No cuida de manera apropiada a muchos de sus niños. La ignorancia, el egoísmo, la maldad y la falta de honradez son cosas de cada día; una persona haciendo algo bueno por otra es toda una noticia.

Además de todo, las cosas no parecen haber cambiado mucho. En los primeros tiempos de la iglesia, un movimiento cristiano llamado Gnosticismo vio todo el mal existente alrededor y concluyó que la creación era justamente eso –mala- y que el Dios que habían aprendido a considerar como el creador del mundo no podía ser realmente Dios, dados los resultados. Tenía que haber otro Dios, uno verdadero.

Los primeros padres de la iglesia, como San Ireneo y San Agustín, reconocieron que retar la creencia más básica de todas –acerca de Dios– amenazaba a la fe entera sobre la cual se basaba dicha creencia, así que estos grandes teólogos pasaron mucho tiempo refutando creencias de tipo gnósticas. Sin embargo, se dieron cuenta de que tenían que encontrar su propia explicación de cómo el mal y el pecado habían llegado al mundo, y de cómo Dios les permitió –y continua permitiéndoles– existir.

El argumento fue como éste: cuando Dios crea algo, por necesidad este algo queda fuera de Dios, lo que significa que el poder y gracia perfectos de Dios no se trasladan a lo que es creado, resultando así algo imperfecto, con límites y defectos. Como muchos de sus contemporáneos de fe, Agustín recurrió a la historia bíblica de la caída de la humanidad y sugirió que el defecto que causó que Adán y Eva desobedecieran la única regla que Dios les había puesto era la soberbia. La soberbia es una especie de voluntariedad; te da la impresión de que puedes existir por ti mismo, sin ninguna referencia a Dios.

Adam

Toda esta teología puede ser un frío consuelo en respuesta a la muerte, la enfermedad, los accidentes, los daños, la traición, la crueldad y otras cosas malas, pero las “buenas nuevas” –literalmente–, es que durante todos los tiempos Dios ha revelado que su divina intención es devolver la armonía a su amada creación. El regalo del único Hijo de Dios ha sido la más grande demostración de esta oferta de amor. Este Hijo fue, él mismo, víctima del mal y del pecado, y aún así, Dios fue capaz de extraer el supremo bien de la salvación y de la vida eterna inclusive de ese inconmensurable mal evento.

El pecado te aleja de Dios y de los demás, y si bien es cierto que la posibilidad del pecado puede ser inevitable en este mundo creado, siempre es posible elegir cambiar, de estar enfocado en uno mismo, a enfocarse en los demás.

En línea
• The Catechism of the Catholic Church has an excellent discussion of creation, nos. 268-314
• See also Pope John Paul II’s talk “Created Things Have a Legitimate Autonomy”
• For Irenaeus’ discussion of these issues, see Book 4, Chapter 38 of his Against Heresies
• For Augustine, see Chapters 1-5 of Book 14 of his City of God


Reprinted with permission from PrepareTheWord.com. ©TrueQuest Communications.

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