Tengo más de 40 años. ¿Puedo unirme todavía a la vida religiosa?

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Father Luke Waugh, O.S.B. was in his mid-40s when he joined the Benedictine community of Saint Meinrad Archabbey in Indiana.

Imagen: Las diferencias en edad y origen étnico pueden conducir tanto a choques culturales como a valiosas experiencias de aprendizaje.

La gente dice que puede ser un error entrar en una comunidad religiosa poco después de una pérdida. ¿Por qué?

Hermana Adrienne: Pérdida es igual a vacío, un vacío gritando para ser llenado. Una decisión importante debe esperar hasta que el período de duelo haya menguado significativamente y la crudeza emocional haya disminuido. El discernimiento requiere claridad. Los ajustes y las tensas emociones que siguen a una pérdida inhiben la libertad de espíritu necesaria para discernir claramente y de forma pacífica. Por otra parte, la llamada a la vida religiosa es una gran transición: cambio de trabajo, hogar, amigos, comunidad de la iglesia, estilo de vida y cultura. Uno tiene que estar social, emocional y psicológicamente fuerte para manejar todo esto bien.

Hermano Ronnie: Cualquier tipo de compromiso en la iglesia ‒matrimonio, votos religiosos, ordenación, sacramentos de iniciación‒ debe ser una elección libre y deliberada. La tensión emocional y psicológica de la pérdida en la propia vida puede ser tan importante que la persona que la experimenta en realidad es menos libre de hacer una elección vocacional poco después. Se necesita tiempo para ser realmente capaces de discernir.

Si tengo hijos, ¿sigo siendo capaz de entrar en la vida religiosa?

Hermano Ronnie: De acuerdo con el derecho canónico, los hijos de los candidatos tienen que tener al menos 18 años de edad y ser financieramente independientes antes de que su padre o madre puedan entrar en la vida religiosa. Sin embargo, la mayoría de las comunidades considerarían más que la edad cronológica de los hijos. ¿Son los hijos mental, física, psicológica y emocionalmente capaces de cuidar de sí mismos? Incluso si la anulación se ha concedido y los hijos están viviendo con el otro progenitor, ¿cuál es, en su caso, el tipo de apoyo necesario por parte del progenitor que desea entrar en la vida religiosa? Básicamente, ¿está la persona que desea ingresar verdaderamente libre y disponible para entrar de lleno a este tipo de estilo de vida sin mayores distracciones?

Hermana Adrienne: Cuando un padre o un abuelo entra en una comunidad, el costo personal es alto. Un contacto menos frecuente con las familias es inevitable. Hacer malabarismos con dos compromisos de vida: la vida religiosa y ser padres o abuelos es exigente. El proceso de discernimiento para los padres debe incluir un subconjunto de preguntas que hacer a la comunidad: ¿Con qué frecuencia podré visitar a mi familia? ¿Podrán ellos visitarme? ¿Cómo se manejan las visitas? ¿Se me permite interactuar a través de medios electrónicos y teléfono con la suficiente frecuencia para mantener una buena relación? ¿El programa de formación me permitir tiempo extra con mi familia? ¿La comunidad religiosa honra a mi doble papel?

¿Un divorcio me hace elegible para la vida religiosa?

Hermana Adrienne: Un hombre o una mujer divorciados que entran en la vida religiosa necesitan la intervención del tribunal matrimonial diocesano. El derecho canónico requiere una anulación o "indulto de nulidad" antes de la entrada en la comunidad. Esto es cierto tanto para hombres como para mujeres.

Si he vivido solo durante muchos años, ¿cómo sabré si puedo vivir la vida comunitaria?

Hermana Adrienne: La llamada a la vida religiosa está acompaña por un deseo de intimidad más profunda con Dios, más el deseo de vivir esa llamada con otros. Conocerse a sí mismo es una necesidad. ¿Eres flexible, o es tu rutina diaria bastante rígida? ¿Puedes perdonar y pedir perdón? ¿Te sientes cómodo en grupos? ¿Eres un jugador de equipo que puede tanto liderar como seguir? Si es así, pasar tiempo con la comunidad. Comer, rezar y jugar con ellos. Conoce a los miembros. El proceso de solicitud ayuda a identificar las indicaciones de compatibilidad, pero en realidad, sólo el tiempo transcurrido dentro de la comunidad puede determinar si es para ti. La iglesia requiere sabiamente pasar varios años como miembro de una comunidad antes de hacer la profesión perpetua, también llamado votos finales. Esto les da a un nuevo miembro y a la comunidad el tiempo para probar la vida juntos y ver si funciona.

Hermano Ronnie: Tener una afinidad por el ministerio, la espiritualidad o carisma de una comunidad no es suficiente para hacerte un buen partido para ser un miembro profeso del grupo. Ajustarse para pasar de vivir por uno mismo a vivir en una comunidad religiosa es uno de los mayores desafíos a la vocación de los de más de 40. Varias áreas han demostrado ser puntos de fricción y deben ser cuidadosamente exploradas:

1. RESPONSABILIDAD: ¿Qué tan dispuesto estás a rendir cuentas a una comunidad para todo, desde el gasto de dinero hasta la gestión de tu agenda personal, incluyendo tu elección de trabajo? A veces, algo tan simple como informar a la gente a dónde vas y cuándo volverás puede parecer sofocante.

2. COMPARTIR: ¿Qué tan dispuesto estás a compartir espacio, tiempo y recursos materiales con la comunidad? La transición de "mi lugar", "mi coche" y "mi TV" a "nuestra comunidad", "nuestro vehículo comunitario" y "nuestra televisión comunitaria" puede ser difícil.

3. OBEDIENCIA: ¿Qué tan dispuesto estás a solicitar permisos de la autoridad necesaria? Aunque la mayoría de los institutos religiosos no tratan a sus miembros como a niños, el requisito para consultar con anterioridad con una persona con autoridad sobre compras importantes, planes de fin de semana y vacaciones, e incluso responsabilidades ministeriales puede parecer algo adolescente, y recibir un "no" es aún más chocante. Pero esto es una parte integral de la vida religiosa.

4. MINISTERIO: ¿Qué tan dispuesto estás a ponerte a disposición para la misión de la comunidad? Esto puede implicar no sólo desplazarte de un lugar a otro para vivir o llevar a cabo el ministerio, sino también ser exigido personalmente, por ejemplo, si se te pide que te capacites en algo nuevo o adquieras nuevas habilidades.

5. BIEN COMUNITARIO: ¿Qué tan generoso eres? ¿Qué tan dispuesto estás a dejar a un lado tu agenda personal y tus expectativas para sacrificarte por el bien comunal o por el bien de la misión?

Si tengo problemas físicos comunes a la gente de mi edad, ¿podrían ser un impedimento para entrar en una comunidad?

Hermana Adrienne: Cada comunidad tiene criterios con respecto a los temas de salud. En nuestra comunidad somos firmes: El solicitante debe estar libre de discapacidad financiada por el gobierno y trabajar a tiempo completo durante un mínimo de dos años antes de solicitar ingreso a la comunidad. La obesidad es el problema de salud más común de discernidores en edad madura. En mi comunidad solicitamos un compromiso de pérdida de peso debido a que la obesidad conduce a otros problemas graves de salud y una vida más corta; además de que a veces puede enmascarar problemas emocionales que pueden interferir con la formación inicial.

Hermano Ronnie: La mayoría de las comunidades no se niegan a un solicitante si sus problemas de salud son típicos y la comunidad cree que él o ella pueden contribuir de manera significativa a su misión, comunidad y vida de oración. Sin embargo, la salud de un candidato potencial de cualquier edad es sin duda una consideración importante de un instituto religioso. Mientras mayor es la persona, mayor será la preocupación por su salud física y mental en general. Siendo realistas, los institutos religiosos tienen miembros en la comunidad que envejecen, con la subsecuente disminución potencial de ingresos. Por lo tanto tienen menos recursos financieros. Así que es importante evaluar seriamente la capacidad de un candidato potencial para contribuir a la misión y la vida de la comunidad. Mientras que cada comunidad religiosa querrá discernir la vocación de un candidato potencial principalmente en términos espirituales, también deberá tener en cuenta un análisis de costo/beneficio de la cantidad de años que una persona podrá contribuir de forma activa, así como la capacidad de la comunidad para cubrir los gastos médicos de un candidato.

¿Qué más debería saber como una persona de más de 40 considerando la vida religiosa?

Hermana Adrienne: La mayoría de las mujeres y los hombres tienen una exposición limitada a las comunidades religiosas. Sin conocer el funcionamiento interno de la vida comunal, el proceso de discernimiento a menudo ofrece una visión romántica de la vida comunal como un escape libre de conflictos de las debilidades humanas. Una comunidad religiosa no es la "comunión de los santos". ¡Eso es el cielo! La vida en comunidad es un reto: somos la alegría unos de otros, pero también somos como papeles de lija, lijándonos unos a otros suavemente.

Los que viven en la comunidad durante 50 o 60 años tienen escasa comprensión de las luchas de la vida inmersa en el mundo. El paciente aprendizaje unos de otros es esencial para reducir la brecha cultural entre los nuevos miembros y los sazonado en la vida religiosa. Flexibilidad y apertura, junto con el intencional trabajo de construcción comunitario, son ingredientes esenciales de la integración de adultos de edad madura en la comunidad.

Además, no te deshagas de tus ahorros. Para discernir profundamente tu llamado durante los años de formación inicial, necesitas de la libertad para poder salir o quedarte. Esto es serio. Las comunidades raramente aceptan a un nuevo miembro que no sería capaz de ser autosuficiente si este miembro ‒o la comunidad‒ discierne antes de los votos finales que no es llamado a la vida religiosa.

Hermano Ronnie: Una de las realidades más importantes para la vocación de los de 40 o más es que él o ella tendrá que pasar por la formación. La formación implica dar una buena mirada a nosotros mismos y estar dispuestos a someternos a la conversión a la vida del Evangelio y de la comunidad. La conversión es un proceso de toda la vida, y el cambio será necesario.

Los candidatos de mayor edad también deben darse cuenta de que, si bien el fervor inicial para la vida religiosa puede inspirar una visión idealizada de la vida, los que están en la comunidad son humanos y no siempre viven el ideal. Unirse a una comunidad religiosa no implica escapar de las pruebas y tribulaciones del mundo. Todo lo que encontramos "ahí fuera" se puede encontrar "aquí dentro", aunque esperamos que en menor grado. Aunque los hombres y las mujeres que profesan en la comunidad se han comprometido a ser diferentes, todavía quedamos lejos de la gloria de Dios.

Aunque muchos tienen una visión idealizada del ministerio, el cumplimiento de la misión no es más que simple trabajo duro del día a día. A menudo tiene muy poco de romántico. Las personas no siempre están dispuestas a recibir la Buena Nueva, ni los destinatarios de nuestros ministerios están siempre agradecidos por nuestro servicio. Pero trabajamos duro todos modos, muy duro, y oramos para que el Señor compense nuestras insuficiencias y deficiencias, ayudándonos a tener éxito de acuerdo con sus planes para ese trabajo.

La oración personal y comunitaria es difícil a veces. El consuelo no siempre se concede, y la fidelidad a los ejercicios espirituales diarios, tanto a nivel personal como comunitario, puede ser un reto. La belleza de la comunidad es que cuando yo no soy fuerte, los hermanos o hermanas con quienes vivo pueden serlo. Juntos, nos desafiamos a ser fieles.

¡La vida religiosa es sobre trabajar, jugar, orar y vivir juntos! Mientras que una vida así puede ser bastante difícil, también es muy gratificante. ¡Es una maravillosa manera de construir el Reino!

Artículos relacionados: vocationnetwork.org, “Obstáculos y opciones para discernidores mayores”, Vision 2013; “No hay ninguna brecha cuando se trata de estas generaciones”, Vision 2014.

Sister Adrienne Kaufmann, O.S.B. author photo
La hermana Adrienne Kaufmann, O.S.B. es la directora de vocaciones del monasterio de la Madre de Dios en Watertown, Dakota del Sur.  
 
Brother Ronald Hingle, S.C. author photo
El hermano Ronald Hingle, S.C. es director de vocaciones de los Hermanos del Sagrado Corazón.

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