Llamados a seguir a Cristo
EN EL CORAZÓN de la iglesia está la VOCACIÓN. La idea más antigua de lo que hoy se llama “iglesia” comienza con la palabra griega ekklesia, que sólo se encuentra dos veces en los evangelios, ambas en el de Mateo, y significa aquellos que han sido “llamados.” Jesús “llama” a todos los que lo siguen a compartir su ministerio de diferentes formas.
Aún antes de predicar, sanar a alguien, o realizar un milagro, Jesús llamaba a la gente a seguirlo. Al principio del ministerio de Jesús, después de su bautismo y tentación en el desierto, lo primero que hizo fue llamar a dos pares de hermanos. Les pide a Simón y Andrés y luego a Santiago y Juan que lo sigan (Marcos 1:16-20). Y esa es la iglesia en sus términos más simples: los seguidores de Jesucristo.
Jesús llegó proclamando el reino, o reinado, de Dios, y era fundamental que las personas respondiesen a ese llamado para asegurar la salvación. Más aún, no obstante, Jesús eligió a las personas para compartir su ministerio para que el mensaje pudiese darse más ampliamente, es decir, a todos. Doce apóstoles fueron “designados,” llamados “a estar con él,” y “enviados a proclamar el mensaje” (Marcos 3:13-19), Jesús los “envió de a dos,” indicándoles que proclamasen que “todos debían arrepentirse” (Marcos 6:7-13).
La misma, y cambiante
El crecimiento y el cambio de la iglesia le permiten convertirse en lo que está llamada a ser: el cuerpo de Cristo que es para servir las necesidades de quienes están tanto dentro como fuera de la iglesia. La iglesia continúa desarrollándose a lo largo de la historia para poder cumplir su misión de llevar el evangelio al mundo.
Si bien la misión de la iglesia—convocar y reunir a las personas como seguidores de Jesucristo con el objetivo de la salvación—es la misma que era cuando Jesús recién proclamó el evangelio y eligió a los apóstoles, poco después de esta época temprana las cosas en la iglesia empezaron a cambiar. Ya en los Hechos de los Apóstoles se llamaba a la gente específicamente para servir a cristianos que hablaban en griego (Hechos 6:1-6), y en el siglo segundo Ignacio, el obispo de Antioquía, hablaba de los cargos de obispo, sacerdote, y diácono, necesarios para servir a las necesidades de la creciente iglesia cristiana.
“Existe un crecimiento de la comprensión de las realidades y las palabras que han sido transmitidas,” dice la Constitución Dogmática de la Divina Revelación (Dei Verbum, no.8) del Segundo Concilio Vaticano. Algunas veces eso es porque la iglesia necesita concentrarse en su misión central; otras veces es porque la cultura ha cambiado, haciendo que los medios por los cuales la iglesia se ha expresado sean menos relevantes para el momento actual; y a veces podría significar que la iglesia se está encontrando con una nueva cultura y hallando las mejores formas de proclamar el evangelio en un contexto renovado. La iglesia debe encontrar y hablar a la gente en los lugares en que está, y aquello en que la iglesia ponga el énfasis dependerá de la gente o de la cultura en la que se encuentre. Algunos ejemplos:
- Internet es una cultura global, que requiere la presencia del evangelio si todos los pueblos deben encontrar a Jesús. ¿Cómo deben evangelizar en línea los sucesores de los apóstoles?
- El mundo occidental presta menos atención a los títulos y la autoridad que lo que solía. Entonces, el interrogante de hoy es ¿cómo debe la iglesia traer su mensaje a personas que están menos interesadas en la iglesia como institución y que desconfían de las instituciones en general?
- ¿Cómo se habla hoy a mucha gente que está menos convencida de la necesidad de Dios y otras creencias fundamentales de la iglesia?
- El Papa Francisco no está alterando la misión de la iglesia en sus escritos o prédicas, sino que está poniendo énfasis en diferentes aspectos del mensaje del evangelio y desafiando a la iglesia para que se redescubra y revitalice.
Discípulos de Jesús
Los cristianos aún invitan a la gente a venir a la iglesia, el pueblo de Dios reunido aquí en la tierra, para entrar en relación con Jesucristo y prepararse para la vida eterna en el reinado o reino de Dios. Es una tarea que necesita nuevos enfoques para responder al antiguo y eterno llamado, “Síganme.”
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