Cómo saber hacia dónde te esta guiando Dios

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¿No sería maravilloso si cada persona que busca saber qué hacer en la vida pudiera tener una experiencia comparable a la de Bartimeo, el pordiosero ciego del evangelio de Marcos? Un breve recuento de la historia:

  • Un pordiosero ciego está sentado a la orilla del camino.
  • Jesús va pasando.
  • Bartimeo grita, “Ten piedad de mí”.
  • Cuando le piden callar, grita aún más.
  • Jesús pregunta, “¿Qué quieres que haga por ti?”.
  • El pordiosero responde, “Maestro, que yo pueda ver”.
  • Bartimeo es curado, y en el acto sigue a Jesús.


Creo que la historia de Bartimeo ilustra elementos del proceso de toma de decisiones que pueden ayudarnos a entender hacia dónde nos dirige Dios.

El evangelio como guía

Bartimeo elige seguir a Jesús libremente, y parece saber lo que quiere. Él simplemente estaba a la orilla del camino, dispuesto, abierto y alerta a un encuentro con gracia. Al escuchar que Jesús de Nazaret estaba pasando, el pordiosero grita el nombre de Jesús, deseando, esperando su atención. Bartimeo suplica la misericordia de Jesús. Al hacerlo, el ciego demuestra un astuto autoconocimiento y conciencia de su propia humanidad y vulnerabilidad.

Cuando le piden que se calle, el pordiosero se vuelve más atrevido y valiente, gritando más fuerte. Él muestra un espíritu tenaz y perseverante frente a la adversidad. Cuando Jesús lo llama, Bartimeo “arroja su manto” y rápidamente va con Jesús. Escucha con atención la pregunta que le hace Jesús, “¿Qué quieres que haga por ti?”. El pordiosero deja bien claro su deseo, “Maestro, que yo pueda ver”. El recuento en el evangelio de Marcos (10:46-52) termina asentando que “inmediatamente siguió a Jesús por el camino”. Además de recuperar la vista, Bartimeo está pronto a la acción. Aunque la historia termina aquí, podemos especular sobre la diferencia que este ferviente deseo hizo en su vida. Yo creo que Bartimeo, tocado por la bondad y el amor de Dios, fue transformado y respondió en consonancia. Las cualidades que el aporta a este encuentro son las que necesitamos para discernir elecciones de vida.

Encuentros con candidatas monásticas

En mis años como directora vocacional he sido bendecida con mujeres –gente común como Bartimeo– que necesitaban ser sanadas y tocadas por la bondad y el amor de Dios, y que añoraban tener una profunda relación con Dios. Con el ardiente deseo de conocer la voluntad de Dios, inicialmente me contactaban por teléfono o por correo electrónico. Sentí que era importante cimentar una exploración individual de la vida religiosa en el contexto de la comunidad.

Una ministra de jóvenes, de 32 años, se sentó en mi oficina, segura de sí. Ella había visto muchas comunidades religiosas y había prometido a su tío benedictino que visitaría una comunidad monástica. “He reducido mi búsqueda a un par de comunidades. ¿Qué más debo hacer? ”. Impresionada por su entusiasmo y seriedad, aplaudí su trabajo inicial. Entonces repliqué: “Déjame advertirte, el discernimiento no es fácil. Es trabajo duro. Como ya sabrás, puede ser muy exigente y consumir mucho tiempo. Cuando comienzas el proceso del discernimiento, entras a un trabajo santo”. Como dijo Ben Campbell Johnson en su libro Más allá de lo ordinario, “El discernimiento no es para los débiles de corazón, puesto que requiere luchar por igual con ángeles y demonios”.

Al discernir tu vocación, se te ofrece la oportunidad de ver tu vida más profundamente, y expresar deseos personales y metas en la vida. Durante el proceso, una mirada al interior de tu corazón es esencial. Es importante examinar lo que te gusta y lo que te disgusta, tus miedos y tus sueños, esperanzas e intereses, tomar conciencia de tus habilidades, dones y fortalezas, junto con tus limitaciones y defectos. Es el momento para una autoevaluación honesta y auténtica. Esto puede ser a la vez emocionante y temible. Aunque este autoexamen pueda hacernos sentir que la vida está de cabeza, mi consejo es continuar adelante con él.

Otra mujer, de 43 años, demostrando una profunda, fuerte fe, dijo: “Sé que estoy en un viaje espiritual. Estoy sintiendo una cercanía especial con Dios, y aún así no estoy segura de hacia adonde me está guiando Dios. Siento como si ésta fuera a ser la decisión más grande que vaya a tomar. Nunca soñé que sería así de difícil”. El viaje espiritual continúa profundizándose a medida que el conocimiento del amor de Dios se vuelve más real e íntimo, y experimentas el amor de Dios en un nivel personal y en medio de la familia y los amigos. Experimentar la cercanía con Dios y saber cuánto te ama es importante. Este amor personal toca tu ser interior. Dios siempre está atrayéndote, llamándote. Dios permanece fiel en su búsqueda de ti.

De igual manera, tu fidelidad en la búsqueda es importante, incluso ante la duda y el desaliento. Una mujer de 23 años me reportó que ella sabía, desde que tenía 19 años, que no estaba interesada en el matrimonio. En la escuela superior descubrió que tenía interés en la vida monástica. Comenzó a buscar en sitos de internet, a enviar correos electrónicos a directores vocacionales y a visitar monasterios por todo el país. Su meta: estar en un monasterio a la edad de 25 años. Me dijo que al final de su visita al monasterio número 17 había empezado a perder la esperanza. Temía que no encontraría un monasterio en el cual se sintiera cómoda y “en casa”. Después de casi un año de mensajes por correos electrónicos, ella respondió con temor a mi invitación a visitar mi comunidad. A las pocas horas de su primera visita, para mi sorpresa y su deleite, ella se sintió segura de haber encontrado su nuevo hogar. Permaneciendo fiel a sus propios deseos y confiando en su Dios, ella perseveró y su búsqueda no fue en vano.

Aunque cada uno de nosotros escucha a Dios en una manera única, creo que ésta debe ser probada y vivida en un contexto comunal. Una persona que así lo hizo fue una mujer de 31 años, con un despertar espiritual poco directo, quien no perteneció a la iglesia sino hasta después de cumplir los 20 años. Ella llegó con una pasión por cultivar y profundizar su relación con Dios. Su anhelo era real, su deseo, fuerte; su amor, grande; sin embargo, después de dos años de vivir en comunidad con nosotros, dejó nuestra comunidad para continuar su discernimiento en otra parte.

La oración como discernimiento

Creo firmemente que Dios está personalmente involucrado y ocupado con cada persona en el planeta. Porque a Dios le importa “si un pájaro cae en tierra” (Mateo 10:29) y “si uno solo de tus cabellos se vuelve blanco” (Mateo 5:36), creo que Dios está interesado en las decisiones que tú y yo hacemos. Las Escrituras aseguran que nosotros “valemos más que muchos pájaros” (Lucas 12:7). Dios tiene preferencias respecto a las decisiones que tomamos y quiere revelarnos esas preferencias. Sin embargo, Dios no nos forzará a tomarlas. Él desea que las elijamos libremente. Así, elegir sabiamente y con amor requiere discernimiento.

La plegaria es el corazón del discernimiento. Cultivar una vida de oración –no rezando solamente en tiempo de crisis, sino de manera regular– requiere tiempo. Toma tiempo aprender a escuchar, realmente escuchar, a Dios en oración y no solamente pedirle a Dios que te escuche. Pasar un tiempo juntos requiere a la vez honestidad y paciencia mientras aguardas a escuchar lo que Dios pueda estarte diciendo. Haz una cita diaria con Dios. Dios tal vez no siempre hable en la quietud de tu soledad. A menudo Dios responderá a través de un amigo, un compañero de trabajo, un miembro de tu familia, los eventos de la vida diaria, o incluso de tu director vocacional. Sin el devoto recuerdo diario, puede ser que no te des cuentas o no te abras a la presencia de Dios en tu vida cotidiana.

Sensibilizarte a la presencia de Dios en ti exige atención interior, un elemento de calma, el cual se nutre en el silencio de tu corazón. La oración y la reflexión pueden ayudar a explorar las motivaciones y a reconocer impulsos interiores. Encontrarte regularmente con un director espiritual puede ser útil. Es crucial poner atención a tus sentimientos y expresarlos a amigos o personas de confianza. Asimismo, es importante conocer los deseos de tu corazón mientras consideras lo que quiere Dios de ti.

Actitudes para un discernimiento exitoso
APERTURA

Al explorar un llamado a la vida religiosa, ciertas actitudes en ti son cruciales para el éxito. Adoptar estas actitudes puede ayudarte tanto en el proceso de discernimiento en sí, como en fomentar mayor discernimiento en tu forma de vida. La primera es una actitud de apertura –abrirse a examinar una variedad de posibilidades. San Ignacio de Loyola, en su modelo de discernimiento, recomienda que comiences en un lugar donde puedas ver tanto una opción como la otra. Él le llama a esta apertura “santa indiferencia”. La apertura no es cuestión de despreocupación, más bien de dar la bienvenida a las opciones. Recuerda que el discernimiento usualmente es elegir entre diferentes bienes; puede ser entre dos comunidades igualmente buenas, o tal vez elegir entre la vida religiosa, el matrimonio y la soltería. La cuestión sería: ¿Qué es lo mejor para ti? ¿En dónde puedes recibir y responder de mejor manera al amor que Dios te muestra con tanta abundancia?

CONFIANZA

La confianza es otra actitud necesaria para el discernimiento. Confía en ti y en tu sabiduría personal; confía en los que te ayudan en el proceso: un director vocacional, un director espiritual, u otros; confía en el Espíritu trabajando en tu vida; confía en que Dios te ama más de lo que nunca podrías imaginar; e, igualmente importante, confía en que Dios quiere lo mejor para ti. Dada esta premisa final, recuerda que es Dios quien está a cargo. Ábrete a este misterio y ríndete a él.

Otra mujer, de 34 años, me dijo que tan pronto como finalizó la universidad entró como voluntaria a una comunidad con la esperanza de convertirla en su hogar permanente. Sin embargo, las cosas no salieron como las había planeado. Aunque la separación fue dolorosa, ella vivió y creció a través de ella. Cerca de 10 años después se encontró buscando una vida monástica, agradecida por la sabiduría y experiencia cosechada de su viaje de autoconocimiento y maduración. Con la valentía de confiar nuevamente, ella puso su vida en las manos de Dios y rindió su propia voluntad a la voluntad de Dios. Como esta buscadora de la verdad, ábrete y descubrirás que Dios tiene trabajo para ti: “Buscarás al Señor, tu Dios, y lo encontrarás si lo buscas con todo tu corazón y con toda tu alma” (Deuteronomio 4:29).

EXPECTACIÓN
Preguntas para introspección
En la actualidad, cientos de comunidades están a tu disposición. Muchas tienen sitios web que puedes visitar. Algunas preguntas que pueden ayudarte a considerar tus opciones son:
  • ¿Te interesa una comunidad pequeña, una mediana o una grande?
  • ¿En qué parte del país deseas vivir y servir a la gente de Dios? ¿O la ubicación no tiene importancia? ¿Tienes espíritu misionero o prefieres permanecer en una cierta región?
  • ¿Qué tipo de espiritualidad está en consonancia con tu corazón –activa, contemplativa? ¿Te interesa una comunidad “apostólica”, o con orientación ministerial, o una comunidad “monástica”, la cual enfatiza rezos organizados y comunales?
—Hermana Marcia Ziska, O.S.B

Les he dicho a muchas personas que trabajen por una actitud expectante, la cual mejora el proceso de discernimiento. ¿Quién mejor para ejemplificar esta actitud que María, la Madre de Dios, e incontables hombres y mujeres que se han comprometido a seguir los pasos de Jesús? María aguardó y se llenó de esperanza con la promesa de un nuevo nacimiento: “Yo estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta?” (Isaías 43:19). Los evangelios reportan que María estaba temerosa e hizo muchas preguntas. Los retos que enfrentó no son tan diferentes de las preguntas y preocupaciones que tú encontrarás cuando explores hacia dónde te puede estar guiando Dios. 

En el discernimiento, uno necesita la espiritualidad de María, esto es, una total, radical dependencia de Dios e independencia o desprendimiento de cualquier otro ser humano. Mientras María se abría al poder de Dios, nuevas posibilidades emergieron de ella. En el discernimiento del propio futuro, pueden abrirse nuevas puertas. Como María, estás llamado(a) a esperar, a nutrir nueva vida y esperanza dentro de ti. Haz a un lado tus miedos e incertidumbres y enfócate en cambio en el favor de Dios y el maravilloso deleite en ti.

LIBERTAD INTERIOR

La actitud final es la libertad interior. La conciencia del amor de Dios en tu vida te traerá libertad. ¿Puedes darle a Dios un cheque en blanco? ¿Puedes decir, libremente y sin ataduras, “Habla, Señor, haré tu voluntad”, o como en la Oración del abandono (véase el recuadro), “Yo estoy listo para todo, acepto todo”? Cualquiera de las frases da un poco de miedo y es difícil de rezar. La libertad puede asustar. Decir “sí” a una opción automáticamente cierra la puerta a la otra. Aún así, al desprenderte de tus planes, tus seguridades, y sí, incluso de tu control, y poner tu confianza en Aquél que llama, mucho más se puede ganar. Gerald May, en su libro Adicción y gracia, dice: “La verdadera libertad interior está caracterizada por un gran amor sin límites, interminable energía creativa y una profunda y penetrante alegría”. ¿Qué mejor manera para vivir en comunidad y atender a la gente de Dios? 

Estoy agradecida con las mujeres y los hombres que me confiaron sus historias de vida. Servirles me ha ayudado a profundizar mi amor por Dios, quien me ayuda a saber qué es lo que deseo, me hace consciente de mi propia vulnerabilidad y me alienta en tiempos de adversidad. Asimismo, al servirles he rogado al Señor regularmente para que me ayude a “ver” más claramente hacia adónde me está guiando Dios. Deseo lo mismo para ti.

Cuando una colega y amiga mía y yo entramos a nuestro monasterio benedictino, ella me dio esta oración del ermitaño Charles de Foucauld, del siglo XX.

—Hermana Marcia Ziska, O.S.B.

 

Oración del Abandono
Padre
Me pongo en tus manos. Haz de mí lo que quieras. Sea lo que sea, te doy las gracias. Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo.

Sólo deja que tu voluntad se cumpla en mí y en todas las criaturas. No deseo más, Padre. 

Te confío mi alma, te la doy con todo el amor de que soy capaz; porque te amo y necesito darme a Ti,
ponerme en tus manos, sin limitación, sin medida, con una confianza infinita, porque tú eres mi Padre.
—Charles de Foucauld


La Hermana Marcia Ziska, O.S.B. fue directora vocacional por 14 años. Actualmente sirve a su comunidad monástica de Mount St. Scholastica como directora de cuidado pastoral en el Centro Dooley, en Atchison, Kansas.

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