Fui ordenado como sacerdote en 1991 con la presencia de una multitud de familiares, amigos y frailes Franciscanos. Fue una ocasión maravillosa y plena del Espíritu. Es importante señalar, sin embargo, que un año antes había profesado votos solemnes para ser Franciscano Conventual por el resto de mi vida en presencia de los mismos familiares, amigos y frailes. Esa cronología es importante porque significa que fui Franciscano antes de ser sacerdote.
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El Padre Jim Kent, O.F.M., Conv. con el Padre Bernie Zajdel, O.F.M., Conv. “Hemos hecho votos para vivir intencionalmente en pobreza, castidad y obediencia y por lo tanto vivimos en medio de las gratificaciones y desafíos de esa vida.” |
Parte de eso viene de elementos específicos de la vida Franciscana, y parte de mi propio ADN espiritual. A través de mi formación Franciscana he abrazado muy claramente la senda a la que Dios me ha llamado y la forma en que voy a vivir mi vida. El carisma de San Francisco de Asís está en el núcleo de quien soy como persona, y eso afecta la manera en que rezo, ejerzo el ministerio, y doy testimonio del evangelio. También matiza la forma en que soy sacerdote para los otros.
La vida juntos
Primero, soy el sacerdote que soy porque vivo en comunidad con otros Franciscanos. Algunos son frailes-sacerdotes y otros son frailes-hermanos. Este elemento de relación, que incluye ordenados y no ordenados, me da una experiencia diaria de vivir no solamente con otras personas sino también con mis hermanos profesados. Hemos hecho votos para vivir intencionalmente en pobreza, castidad y obediencia y por lo tanto vivimos en medio de las gratificaciones y desafíos de esa vida. Eso impacta literalmente mis oraciones y mis sermones, y la manera en que me considero como ministro del evangelio.
Una de las características de nuestra vida Franciscana es la oración comunitaria. Si bien todos tenemos nuestras oraciones y devociones privadas, celebramos la Liturgia de las Horas juntos (una serie de oraciones basadas en los Salmos, que se recitan en horarios regulares durante el día), y eso es crucial. El ritmo de las oraciones Matutinas y Vespertinas en conjunto nos recuerda nuestro compromiso común con Dios y entre nosotros.
También es una disciplina que, con todas las exigencias del ministerio, nos convoca a estar juntos y nos mantiene concentrados en Dios. Aunque aquellos de nosotros que somos sacerdotes tenemos diversas obligaciones con la Misa, también tenemos celebraciones regulares de la Eucaristía sólo entre los frailes. La Eucaristía era sumamente importante para San Francisco, y para nosotros resulta invaluable celebrar este sacramento juntos.
Lugares donde ir
Segundo, soy el sacerdote que soy porque como Franciscano he tenido la oportunidad de servir a la iglesia en diversos ministerios y lugares. He servido en el ministerio parroquial, en el ministerio de los jóvenes y de los adultos jóvenes, como director de un centro de retiros y espiritualidad, como director de vocaciones, y actualmente en la administración de la comunidad. He tenido la gran bendición de tener estas experiencias porque lo que he aprendido en cada uno de estos ministerios ha enriquecido a los otros.
Actualmente vivo con otros nueve frailes que ejercen el ministerio en una parroquia, en una sede para retiros, un hospital, una residencia para ancianos, y un comedor comunitario (comedor de caridad). Uno se está recuperando de problemas médicos serios; otro está retirado del trabajo de tiempo completo, pero trabaja como voluntario con los pobres y lleva los sacramentos a las monjas de clausura. Uno fue maestro de escuela secundaria por muchos años; otro pasó mucho tiempo como misionero en África. Todas sus experiencias agregan información al sacerdote que soy.
Como miembro de una congregación religiosa, conozco sacerdotes-frailes que han pasado toda su vida en el ministerio parroquial, pero nunca en una sola diócesis o siquiera en una sola región del país. El Padre Wilfred ha sido pastor en Chicago y en la costa de Georgia. El Padre Tom ha servido en el ministerio parroquial en Minnesota, New Mexico, y Costa Rica. Tener la experiencia de la iglesia universal más allá de los límites de una diócesis o a través de fronteras internacionales agrega profundidad a nuestro servicio como pastores. También nos ayuda a todos a estar conectados con nuestros hermanos y hermanas en Cristo en todo el país y en todo el mundo.
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El Padre Jim Kent, O.F.M. Conv. celebrando la Misa. |
Conducir es servir
Una tercera forma de estar en una comunidad religiosa que afecta mi manera de ser sacerdote es el sistema Franciscano con respecto al gobierno y la autoridad. A diferencia de los sacerdotes diocesanos que responden a un obispo designado por la Santa Sede, los frailes Franciscanos eligen a sus líderes, ya sea el líder regional o la persona que preside la congregación a nivel mundial. Dado que vivimos en semejante hermandad, conocemos bastante bien a nuestros líderes, especialmente al nivel regional o provincial.
El derecho de opinar sobre la persona que nos va a gobernar es importante. Abre avenidas de diálogo y colaboración. San Francisco amonestaba a los frailes diciéndoles que quienes eran sus líderes debían ser sus sirvientes: Entonces nuestro líder provincial se llama "ministro provincial." El voto de obediencia viene de la raíz latina de esa palabra, que significa "escuchar". Este escuchar es una calle en ambos sentidos, primero para quien ejerce el liderazgo y en última instancia para el fraile individual.
El rol de liderazgo es también un don para los miembros, y tiene límites en el tiempo. Mientras un obispo diocesano es ordenado obispo para toda la vida, nuestros líderes sólo sirven por un determinado periodo. Un fraile podría ser elegido para servir entre uno y tres mandatos, pero eventualmente dejará el puesto y regresará al cuerpo común de frailes.
Yo soy actualmente ministro provincial de mi provincia, y soy provincial para quienes en un momento dado fueron mis provinciales, incluso el Padre Wayne, en cuyas manos profesé mis votos solemnes definitivos. Creo que eso hace más profunda nuestra relación fraternal, no simplemente de manera democrática, sino también de una manera muy humana. Ser sacerdote dentro de este tipo de estructuras que están construidas sobre los cimientos del servicio siempre me señala la humildad de Cristo y su dedicación a los demás.
Soy Franciscano y sacerdote. El llamado que Dios me hizo no hubiera permitido otra opción.
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