El sofá naranja detrás de la puerta, o: Cuando suficientemente bueno es suficiente

Share This
Imprimir Agrega tu Evento

El DISCERNIMIENTO puede ser como descubrir un sofá naranja en una habitación.  Aunque esté fuera de lugar, quizás el tiempo y el resto de la habitación te enseñarán cómo vivir con algo que nunca hubieras elegido para ti.

El DISCERNIMIENTO puede ser como descubrir un sofá naranja en una habitación.  Aunque esté fuera de lugar, quizás el tiempo y el resto de la habitación te enseñarán cómo vivir con algo que nunca hubieras elegido para ti.

¿Cómo sabré si esto es lo que realmente estoy llamado a ser?  Esta es una de las preguntas más frecuentes que los directores de vocaciones escuchan cuando hablan con hombres y mujeres que están en discernimiento para la vida religiosa.  La respuesta es bastante simple:  ¡No lo sabrás!

Tan cierta como puede ser, sin embargo, esa respuesta es demasiado corta y no ayuda mucho.  Una pequeña explicación, por otra parte, puede tranquilizar a alguien que está en discernimiento y quitar algo de la ansiedad y presión de estar debatiéndose con la pregunta, “¿Cómo sabré?”

Muchas mujeres y hombres que están discerniendo una vocación imaginan que necesitan tener una sensación bastante cierta de que la vida religiosa es adecuada para ellos incluso antes de dar los primeros pasos hacia realmente darse cuenta.  ¡Quizás temen ser presionados a ingresar por un director de vocaciones excesivamente entusiasta o desesperado!  Algunos sienten que una visita a una comunidad o hasta un llamado telefónico es demasiado próximo a un compromiso.

Si bien esos son temores comprensibles, la mayoría de la gente estaría sorprendida de saber cuán lenta y cuidadosamente los directores de vocaciones queremos proceder.  De hecho, los directores de vocaciones a menudo son especialmente cautelosos con respecto a las personas que sienten que están listas para entrar después de sólo una visita o llamado telefónico.

El pronóstico: Visibilidad parcial
Frecuentemente los hombres y mujeres que están discerniendo una vocación religiosa se quedan atascados en las etapas tempranas de su discernimiento, por una necesidad prematura de certeza y el deseo de tener más información de la que es posible desde el lugar en que están.  Muchos, y me incluiría a mí mismo en este grupo, están en el primer paso de un viaje y tratan de visualizar qué sucederá en el paso 47.  Tratamos de predecir cada problema potencial y preferimos tener cada inconveniente resuelto antes de sentirnos seguros de dar ese primer paso.  “¿Qué sucede si entro al noviciado y descubro que no me gusta?  ¿Qué sucede si tomo los votos y me piden que haga un trabajo que no me gusta?  ¿Qué sucede si ingreso a la comunidad y diez años más tarde me enamoro?”

Todas esas son buenas preguntas y posibilidades bastante reales, pero son preguntas que sólo pueden ser respondidas en algún lugar del camino, cuando haya más información disponible.  ¿Qué puedes ganar atormentándote pensando cómo les vas a describir tu ingreso a un convento a tus amigos y familia, por ejemplo, si simplemente estás empezando a pasar por el proceso de Encuentro Vocacional o explorando los anuncios de la página web de VocationNetwork.org (Red Vocacional de la Iglesia Católica) o de la revista VISIÓN?  ¿Qué beneficio encontrarás en preocuparte por si tu educación será aprovechada o no, hasta que realmente hayas conocido la comunidad y hayas tenido la oportunidad de investigar qué clase de trabajo hacen y su apertura hacia los dones que tú traes?  Aunque enamorarse es ciertamente una posibilidad en algún momento futuro, es sencillamente imposible saber lo que harías antes de haber tenido también la experiencia de enamorarte primero de la comunidad.  Dicho de otro modo:  ¡Paso a paso!

El sofá naranja
Hay una imagen que me gusta usar cuando hablo con gente que está en discernimiento.  Piensa que estás caminando por un pasillo, tal vez buscando un lugar para quedarte o un cuarto a donde mudarte por un año o tal vez por más tiempo.  A medida que caminas por el pasillo, tus ojos descubren un cuarto atractivo al final de un largo corredor.  Por supuesto, lo que puedes ver del cuarto es limitado por tu posición; pero aún así puedes ver el color de las paredes, el hermoso piso de madera, y parte de un cuadro fantástico.  Te gusta lo que ves y te sientes atraído a verlo más de cerca.

¡No hace falta decir que cualquiera que comprometiese su vida con este cuarto en este punto es insensato!  Pero por otro lado sería tonto descartarlo por miedo de que pudiera haber algo que no te guste en el cuarto.  Por lo menos merece una mirada más cercana.  A medida que avanzas por el corredor, la vista a través de la puerta se amplía, revelando más de la habitación:  el resto del cuadro, la mitad de una ventana grande y luminosa, y un sillón de cuero.  Supongo que podrías encontrar cosas que te decepcionen, también:  quizás una alfombra gastada o pintura despegándose de las paredes.  De cualquier manera, moverse un poco más cerca valió la pena.  Si todavía te gusta lo que ves, parece lógico acercarte aún un poco más, teniendo una visión más amplia con cada paso.

En algún momento te encuentras parado en la entrada y ahora tienes una buena perspectiva de la habitación.  Hay varias ventanas grandes, una hermosa colección de libros y cerámicas en algunos estantes en un rincón, y el sillón de lectura perfecto cerca de una de las ventanas.  Es todo lo que hubieras esperado encontrar.  El entusiasmo crece y quieres brincar dentro del cuarto, cerrar la puerta de un golpe, y decir que es tuyo.  Pero te paralizas:  ¿Qué pasa si hay una gran mancha en el piso detrás del sillón?  Peor aún:  ¿Qué pasa si hay un sofá naranja, grande y feo contra la pared—detrás de la puerta?

¿Qué hacer?
La verdad es que uno nunca puede estar totalmente seguro de lo que habrá en una habitación hasta entrar completamente y cerrar la puerta tras de sí.  Aún así el tiempo puede revelar sutiles imperfecciones o adiciones posteriores al cuarto que no te caen bien.  Hay cosas que sencillamente no podrás saber, tanto acerca del cuarto—la vida que estás discerniendo, para quebrar la metáfora—y, más importante, acerca de ti mismo, hasta que hayas hecho un compromiso con ese lugar.  No puedes saber con certeza que no habrá un sofá naranja feo.  Por otra parte, tampoco sabrás que no hay un hermoso piano de cola o un exquisito florero chino que no habías visto antes.

Si sucede que aparece el sofá naranja, puedes tener cosas que aprender de él.  Podrías descubrir con el tiempo que en realidad te gusta el naranja, o que este sofá en particular tiene algún valor histórico o significado sentimental que te hace apreciarlo, o por lo menos no detestarlo, con el tiempo.  El sofá puede ser apropiado en el contexto de la habitación.  Aún si el sofá es el objeto más horrible, espantoso e inadecuado que hayas visto jamás, quizás el tiempo y el resto del cuarto te enseñarán a vivir con algo que tú nunca hubieras elegido.  Esta lección puede ser la experiencia más importante que cualquier habitación podría ofrecer.

El lugar que está “suficientemente bien”
Todos sabemos que no existe una persona perfecta o una comunidad religiosa perfecta.  Aún así, casi ninguno de nosotros comienza el proceso de salir con alguien o discernir buscando una persona “suficientemente buena” o una comunidad “suficientemente buena” para unir nuestras vidas con ellas.  Sin embargo, para encontrar eso es que cada uno de nosotros necesita la gracia de Dios.  El lugar “suficientemente bueno” es esa comunidad que, aunque no es perfecta, tiene casi todo lo que estás buscando.  Es la comunidad y el estilo de vida con el cual, después de verla honestamente, todavía te sientes enamorado.  Y es la comunidad con la cual hasta estás dispuesto a tolerar algunas decepciones—y ocasionalmente una gran frustración—porque más allá de ofrecer casi todo lo que esperabas, encuentras en la relación suficientemente buena la revelación gradual de experiencias, desafíos y oportunidades adicionales que sabes que son buenas para ti, aunque no hubieras estado buscándolas cuando empezaste a discernir.

Aunque inicialmente pueda sonar como claudicar, la comunidad suficientemente buena—la relación suficientemente buena—es mucho más rica y amable que aquella perfecta que buscabas al principio.  Está basada en la honestidad y el conocimiento del otro—es decir, en la intimidad.  Lo suficientemente bueno trasciende el enamoramiento inicial, a menudo saludable, y madura en un amor que acepta las limitaciones, tanto de la comunidad como las propias, y también los dones, promesas y buenas obras que cada parte aporta a la relación.

“Como es” está bien
Descripta de este modo, lleva tiempo descubrir la comunidad suficientemente buena, y bien puede requerir caminar por unos cuantos pasillos, acercarse, asumir riesgos, y trabajar para saber cómo es realmente una comunidad religiosa y la vida religiosa.  Y cuando piensas que la encontraste, queda todavía una pregunta final, decisiva:  ¿Es ésta una comunidad que yo podría amar como es?

Cualquier persona sensata te dirá que no te cases con una persona con la expectativa de que cambiará una vez que te cases con ella.  Lo mismo se aplica a las comunidades religiosas.  Antes de unirte a un grupo de hombres o mujeres, es importante que los ames a ellos y a su estilo de vida como son hoy.  Es cierto, una comunidad cambiará con el tiempo, ojalá que sea para mejor, pero alguien que se une a una comunidad religiosa con el plan de cambiar o “arreglar” la comunidad, se expone a angustias y desilusiones.  Si puedes amar a la comunidad y su vida como existen hoy—con todo y el horrible sofá naranja— entonces esa comunidad suficientemente buena muy probablemente te devolverá el favor amándote a ti como suficientemente bueno.  Al final probablemente descubrirás que la comunidad se adaptará un poquito a tus esperanzas y expectativas, como tú te adaptarás a las de ella.

Ten fe
Como escribe San Pablo en su Primera Epístola a los Corintios:  “Vemos tenuemente ahora, como en un espejo” (13:12).  Nuestro conocimiento del futuro, de otra persona o comunidad, de Dios, aún de nosotros mismos es ahora y será siempre incompleto.  Pero al final, el conocimiento absoluto no es lo que se necesita para el discernimiento.  Lo que se necesita es fe.  La fe es el ingrediente más importante en el discernimiento, porque la fe toma las riendas cuando el conocimiento no alcanza.

¿Cómo sabrás si algo es adecuado para ti?  No lo sabrás completamente.  Así que aprende lo que puedas, paso a paso, y luego ¡ten fe para ese salto final dentro de la habitación!

El Hermano John Mark Falkenhain, O.S.B.El Hermano John Mark Falkenhain, O.S.B. es director de vocaciones de la Arquiabadía de Saint Meinrad en Indiana del sur.  Además de su ministerio de vocaciones, es psicólogo clínico, ayuda con la formación monacal, y enseña en tiempo parcial en el Seminario y Escuela de Teología de Saint Meinrad.

Comentarios

Patrocinadores
Patrocinadores

SOCIAL

Síguenos

CALENDARIO

Haz clic en una fecha del siguiente calendario para ver los eventos vocacionales que se realizarán ese día.