Las hermanas forman un bouquet colorido

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Disfrutando de las flores en el invernadero de la comunidad, algunas hermanas de las Franciscan Sisters of the Eucharist (desde la izquierda): Hermana Grace Marie Horan, F.S.E., Hermana Frances Zajac, F.S.E., Hermana Rosario Ongayo, F.S.E., y la Hermana Patricia Glass, F.S.E.
Disfrutando de las flores en el invernadero de la comunidad, algunas hermanas de las Franciscan Sisters of the Eucharist (desde la izquierda): Hermana Grace Marie Horan, F.S.E., Hermana Frances Zajac, F.S.E., Hermana Rosario Ongayo, F.S.E., y la Hermana Patricia Glass, F.S.E.
Habitualmente pensamos
que una hermana es alguien que comparte un vínculo común a través de la familia o de un grupo social. Ser una hermana es una relación para siempre en la familia, pero también puede ser un compromiso de por vida con un grupo que tiene una visión común. En este contexto, ¿quién y qué es una hermana religiosa? ¿Por qué viven en comunidad estas mujeres, unidas mutuamente por un llamado? ¿Qué es esta vida iluminada por los votos de castidad, pobreza y obediencia?

Hay hermanas de muchos tipos

Como hermana franciscana de la eucaristía, respondo a estas preguntas desde la perspectiva de mi propia "familia" franciscana. El misterio profundo de la vida religiosa es difícil de considerar en forma breve, y me gustaría hacerlo a través de una analogía tomada de lo que más me gusta hacer en mi tiempo libre: trabajar en jardines de flores.

La Hermana Raffaella Petrini, F.S.E. habla sobre jardinería con una amiguita.
La Hermana Raffaella Petrini, F.S.E. habla sobre jardinería con una amiguita.
Cuando miro un jardín, me doy cuenta de su tamaño, sus límites, sus colores, y la disposición general. Uno puede también concentrarse en el tipo de suelo, la relación con el sol, la frecuencia de la lluvia u otras fuentes de agua, o en las malezas (un tema que prefiero dejar para otra conversación).

A medida que vagabundeo por el "jardín" que es mi comunidad, me asombra la belleza de todas las relaciones, la singularidad de cada una de nuestras "flores", y sobre todo, la diversidad de tipos y colores. Hay hermanas de tan diferentes variedades individuales: Algunas tienen colores brillantes y otras son más delicadas; algunas tienen tallos muy fuertes y otras son más flexibles. Algunas flores son perennes (surgen cada año por sí mismas) y otras son anuales (se plantan cada año y florecen en una estación). Necesitamos todas las variedades para cumplir el llamado de cualquier comunidad individual.

Las hermanas florecen cuando están bien cuidadas

Los miembros de una comunidad también son como una sola flor que es una combinación de muchos pétalos con un centro. Cada pétalo tiene su belleza y contribuye a la totalidad de la flor. En comunidad nuestro centro es Jesucristo en la Eucaristía. Cuando nos reunimos para la liturgia y la oración, cada corazón se centra en la unión personal e íntima con Cristo, y aún así la comunidad entera como un solo cuerpo venera a Cristo en la misa, en adoración del Santísimo Sacramento, y en meditación. Este acto de centrarse realza la belleza de cada "flor", como también la de la comunidad entera y alimenta su propia existencia.

Las hermanas también dedican su energía y su tiempo al trabajo apostólico, atendiendo las necesidades de los demás. En mi propia comunidad sirven a los demás aconsejando a las familias y a las personas y a través de los cuidados en el hogar y en los hospicios, acercándose al dolor y el sufrimiento de los enfermos y moribundos y de sus familias. Otras hermanas responden al llamado a la educación en jardines de niños, escuelas primarias y secundarias, o enseñan en colegios, universidades y seminarios. Todos estos son diferentes jardines de flores, y cada situación requiere una respuesta singular y, sobre todo, preparación para el servicio que se necesita.

La Hermana Mary Elizabeth Endee, F.S.E. habla con una joven en el Franciscan Life Center, Meriden, Connecticut, uno de los centros de asesoramiento de las Franciscan Sisters of the Eucharist.
La Hermana Mary Elizabeth Endee, F.S.E. habla con una joven en el Franciscan Life Center, Meriden, Connecticut, uno de los centros de asesoramiento de las Franciscan Sisters of the Eucharist.
Aun en esta gran diversidad nuestras hermanas aprecian profundamente los dones de las otras. A medida que uno ve la unión de estos dones en cada comunidad religiosa, crece la apreciación por la variedad de mujeres singulares que pueden ser amorosamente partes de un todo más grande. Las mujeres religiosas sirven a las necesidades multitudinarias de la gente en todo el mundo, en las más diversas formas. Algunas comunidades son "jardines perennes" que trabajan persistentemente año tras año, mientras muchas se mueven en jardines "anuales" y se diversifican de acuerdo con las necesidades de un área y grupo particular que esté en crisis. Las hermanas cumplen con el carisma y la misión de su propia comunidad, pero más importante aún, recuerdan las necesidades de toda la gente del mundo a través de su oración.

Las personas y las familias a las que sirve una hermana saben que también son servidas y amadas por una comunidad entera. Una hermana religiosa es tanto más que una persona; es parte de un todo que desea cumplir con la misión particular de su comunidad y compartir sus vidas, energía y talento. Si bien la rosa, o la petunia o el pensamiento pueden tener la atención del momento, nuestra visión más amplia ve la realidad más grande. A menudo, cuando una hermana que brinda atención en el hogar deja una casa, las palabras de despedida del paciente son "diles a las hermanas que recen por mí." Estos pedidos llegan a la oración y liturgia de la comunidad y habitualmente se anotan en un libro especial en nuestra capilla, para ser recordados en las oraciones futuras.

Las hermanas se transforman y florecen

Limpiando rábanos picantes del huerto de su comunidad (desde la izquierda), la Hermana Anna Rose Kalinowski, F.S.E, Hermana Suzanne Gross, F.S.E., Hermana Monica Navalta, F.S.E., y la Hermana Mary Richards, F.S.E.
Limpiando rábanos picantes del huerto de su comunidad (desde la izquierda), la Hermana Anna Rose Kalinowski, F.S.E, Hermana Suzanne Gross, F.S.E., Hermana Monica Navalta, F.S.E., y la Hermana Mary Richards, F.S.E.
Si bien ser una hermana implica la armonía de la persona y la comunidad, a menudo la realidad de una hermana tiene otros aspectos que parecen ser paradójicos o contradecir el nombre de hermana. Según el diccionario, una paradoja es una afirmación contraria a las creencias comunes, o tiene cualidades incompatibles.

Por ejemplo, se conoce como "hermanas" a la mayoría de las mujeres religiosas, y sin embargo cumplen los roles de madre y esposa. El don de nutrir y crear vida se ve frecuentemente en la relación de una hermana con las personas a quienes sirve. Muchos niños, personas que sufren, o personas en problemas han comprobado la calidez y sacrificio total de una hermana maternal que les dio lo que necesitaban en ese momento.

¿Cuántas escuelas, organizaciones de asistencia social, lugares que brindan cuidado de enfermeras, y misiones extranjeras han sido creadas a través de una hermana que dio su vida a la paradoja de sacrificar su propio deseo de tener hijos para ser la madre de muchos? Este sacrificio trasciende el uno-a-uno para convertirse en uno-para-muchos.

Del mismo modo, las hermanas saben del cumplimiento del llamado a ser esposas a través de su compromiso de fidelidad y lealtad a la comunidad, a la iglesia, y a Cristo. Este don de fidelidad cubre una gran necesidad, al ser una influencia contracultural en un mundo que lucha con la infidelidad.

La Madre Shaun Vergauwen, F.S.E. en el nuevo jardín de rosas de la comunidad en Meriden, Connecticut.
La Madre Shaun Vergauwen, F.S.E. en el nuevo jardín de rosas de la comunidad en Meriden, Connecticut.
Otra paradoja en la vida de una hermana: Una hermana cede su realización individual a la discreción de la comunidad y como resultado tiene una oportunidad de profunda realización personal y desarrollo de su totalidad humana. Del mismo modo, cada hermana es llamada tanto a su propia vocación individual para la santidad, como a una comunidad de personas que luchan juntas para alcanzar este llamado único a la santidad. En otras palabras, una hermana lo da todo y en esa libertad también recibe a cambio dones en abundancia. Cada cristiano es llamado individualmente a una vida de santidad, y sin embargo, vivir en una comunidad que se esfuerza por la santidad es una gran bendición. No sólo son abundantes la oración y la labor apostólica en la vida de una hermana, sino que también la vida comunitaria de compartir comidas y descanso rebosa de gracia y bondad.

Las mujeres religiosas viven estas paradojas como también una vida diaria que se funda en votos de castidad, pobreza y obediencia. En el "jardín" tal vez podamos decir que la castidad define los límites de la vida, la pobreza ayuda a que uno use solamente lo que es necesario para el crecimiento de la flor individual, y la obediencia le ayuda a cada hermana a mantener una relación con su propia libertad, con el carisma de su comunidad, y con la vida de la iglesia universal.

Mother Shaun Vergauwen, FSELa Madre Shaun Vergauwen, F.S.E. es la superiora general de las Hermanas Franciscanas de la Eucaristía (Franciscan Sisters of the Eucharist), cuya sede matricial está en Meriden, Connecticut.


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