Diez cosas que debemos saber sobre discernir una vocación

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El 25 de enero de 2008 hice votos solemnes como monje benedictino en la Arquiabadía de Saint Meinrad. Dieciocho meses después, el 7 de junio de 2009, fui ordenado sacerdote por el arzobispo Daniel Buechlein, O.S.B. de la Arquidiócesis de Indianápolis. Estos dos eventos fueron, para mí, no sólo el principio celebrado de un nuevo nivel de servicio comprometido con Dios y la iglesia; marcaron el fin de un largo y a veces difícil camino de discernimiento.

Saint Meinrad Archabbey
Antes de que podamos ser un apóstol, “un enviado,” primero debemos ser un discípulo, “alguien que sigue.”
Reflexiono con alegría y gratitud sobre el hecho de que los muchos años difíciles de vaivenes sobre si debería probar el sacerdocio y la vida religiosa, o comprometerme con ellos, han terminado. Sin embargo, me siento solidario con quienes todavía están pasando las penurias de discernir su vocación. Sé que puede ser una de las tareas más difíciles que alguien emprende en la vida.

Los siguientes son 10 conceptos de sabiduría que recogí durante mi propio viaje de discernimiento. La mayoría de ellos me fueron transmitidos, de algún modo, por mentores, maestros, amigos y miembros de mi familia. No constituyen una fórmula para el discernimiento. No obstante, me ayudaron mucho a llegar desde el punto A al punto B.

1. Dios llama

En el centro del "Sueño Americano" está la idea de que uno puede ser cualquier cosa que quiera ser. La gloria de vivir en una nación libre es que tenemos la oportunidad de hacer de nosotros lo que queramos. ¡Ah! se nos enseña desde pequeños que es importante ser fieles a nuestros sueños y, en consecuencia, planear un curso para nuestras vidas. Todo eso no tiene poca importancia. El problema, sin embargo, para una persona de fe, es que esto puede potencialmente dejar a Dios fuera del proceso de toma de decisión.

Vocación viene de la palabra en Latín vocare, "llamar." Es un llamado, un llamado de Dios, quien nos hizo, nos ama, y tiene un plan para nosotros. El discernimiento, entonces, es diferente de tomar simplemente una decisión sobre la dirección en que irá nuestra carrera, o nuestro estilo de vida. El discernimiento comienza en la fe, donde reconocemos que Dios es la fuente de la vocación, incluimos a Dios en el proceso de toma de decisión a través de la oración, y escuchamos activamente el deseo de Dios.

2. La vocación es un don en doble sentido

Dios desea realmente que seamos felices. Cuando se trata de nuestra vocación, a veces nos cuesta creerlo. Tal vez temamos que Dios nos pida que hagamos algo que vamos a aborrecer. Quizás pensemos que la voluntad de Dios es una sentencia a una vida terrible. Al contrario, en el evangelio de Juan, Cristo dice: "Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia" (Juan 10:10)

¿Pero qué nos hará realmente felices? El Segundo Concilio Vaticano enseña que es a través de dar de nosotros que nos realizamos como seres humanos. Entonces, la vocación no sólo es algo que se nos da, algo que recibimos, sino también algo que damos libremente a Dios y a los demás.

3. Dios preserva nuestra libertad

Dado que la vocación es algo que damos a Dios, es importante que tengamos la libertad de hacer esta ofrenda. Dios nos da elecciones reales. Tenemos la libertad de casarnos o ingresar a la vida religiosa o mantenernos solteros. Tenemos la libertad de seguir diversas líneas de trabajo. Si no estamos en un momento de la vida en que somos libres de comprometernos con una vocación (tal vez por inmadurez, temor, o una adicción), debemos esperar que crezca nuestra libertad antes de hacer una elección vocacional. Puedes estar seguro de que Dios nos ayuda en este proceso.

Más aún, en la medida en que no estemos escogiendo algo malo, Dios respeta las elecciones que hacemos. No debemos creer, como lo hacen muchas personas en discernimiento, que Dios nos va a rechazar si hacemos una elección "incorrecta." Por un lado, Dios realmente nos llama a las vocaciones. Por otro, Dios respeta nuestra libertad y no nos abandona.

4. Conócete

Una revelación clave que comparten muchos santos es que el crecimiento espiritual empieza con el autoconocimiento.

Dios, que nos va a santificar a través de nuestra vocación, ya nos ha dotado con cierta naturaleza. Por lo general la gracia de nuestra vocación va a construirse sobre esta naturaleza. Estar conscientes de nuestros dones y debilidades personales nos puede ayudar considerablemente a tener una idea de cuáles vocaciones son posibles para nosotros y cuáles probablemente no son los mejores caminos a seguir.

En este sentido también es importante escuchar a nuestros corazones, estar atentos a las relaciones y actividades que nos dan más paz y alegría. Además, nuestros sueños y deseos son importantes. Éstos pueden ser los indicios del Espíritu Santo mostrándonos formas creativas de responder al llamado de Dios.

5. Cristo es el camino, la verdad, y la vida

Una auténtica vocación cristiana siempre está arraigada antes que nada en ser discípulos de Jesucristo. Para conocer mejor la voluntad de Dios para nuestras vidas y seguirla, es imperativo que primero lleguemos a conocer a Jesucristo y empecemos a seguir su modelo. Al encontrar la Palabra de Dios en las escrituras, recibimos la luz que "ilumina a todos" (Juan 1:9). Su vida inspira, motiva y dirige la nuestra.

Al recibir a Cristo en los sacramentos recibimos la gracia que nos dará el poder para seguir nuestra vocación. Al vivir según sus preceptos, desarrollamos la fuerza para seguirlo en cosas mayores después. Al rodearnos de la gente de Dios, el cuerpo de Cristo, descubrimos el apoyo necesario para probar inicialmente una vocación y luego comprometernos con ella y vivirla. Antes de que podamos ser un apóstol, "un enviado," primero debemos ser un discípulo, "alguien que sigue."

6. Encuentra tu lugar en la sinfonía

El Padre Suprior Guerric DeBona, O.S.B. de la Arquiabadía Benedictina de Saint Meinrad, conversa con un visitante.
“A medida que uno progresa un poco en el camino del discernimiento, frecuentemente es necesario un director espiritual, especialmente si uno está discerniendo el sacerdocio o la vida religiosa.” El Padre Suprior Guerric DeBona, O.S.B. de la Arquiabadía Benedictina de Saint Meinrad, conversa con un visitante.
La iglesia es como una sinfonía. Es un grupo tocando una partitura pero está también llena de singularidad. Hay muchos instrumentos e interpretaciones diferentes. Personalmente, pienso en la partitura como el amor, y en los diferentes instrumentos e interpretaciones como las diferentes vocaciones en la iglesia. Encontrar nuestra vocación, entonces, es como encontrar nuestro instrumento en la sinfonía, nuestra manera única de "interpretar" el amor de Dios en el mundo.

Ayuda al discernimiento, entonces, involucrarse tanto como sea posible con la comunidad de la fe. Es formando parte de la vida de la iglesia y probando diferentes instrumentos--en la parroquia, en viajes en misión, en estudios bíblicos, en grupos apostólicos laicos--donde vas a encontrar naturalmente tu lugar en la sinfonía.

7. Pide ayuda

Nadie puede discernir una vocación solo. Los amigos, ministros, miembros de la familia y los demás feligreses pueden ser fuentes de ayuda, apoyo y revelación. Estas personas a menudo pueden ver cosas en nosotros que no podemos percibir fácilmente. A medida que uno progresa un poco en el camino del discernimiento, frecuentemente es necesario un director espiritual, especialmente si uno está discerniendo el sacerdocio o la vida religiosa.

Otra fuente de ayuda son los santos. Ellos son también nuestros hermanos y hermanas en la iglesia y son fantásticos intercesores por nosotros. Numerosos santos son designados patrones de vocaciones particulares, así que si uno está considerando esa vocación es una buena idea pedir ayuda a ese santo. Por ejemplo, el famoso monje del siglo XX, Tomás Merton, explica que había llegado a un impasse en su discernimiento y no se sentía capaz de seguir adelante. Se volvió a la ayuda de Santa Teresa de Lisieux, quien había prometido ayudar a los jóvenes sacerdotes, y muy pronto después tuvo la gracia de saber a qué comunidad religiosa debía ingresar.

8. Espera cierta "ceguera"

Todavía no he conocido a nadie a quien Dios haya tocado con un rayo y le haya dicho exactamente qué hacer con su vida, y tampoco puedo decir que alguna vez me haya sucedido a mí. Pero he aprendido a apreciar que esa "ceguera" en cierta forma debe aparecer. Esto es así porque nuestra vocación debe ser un regalo hecho con fe. Si supiésemos exactamente lo que quería Dios, o qué nos haría más felices, no habría ningún riesgo, ningún costo y, en efecto, no habría amor.

9. Dios escribe derecho con líneas torcidas

El Padre Suprior Guerric DeBona, O.S.B., habla con un visitante afuera del templo de la Arquiabadía Benedictina de Saint Meinrad.
“Estar conscientes de nuestros dones y debilidades personales nos puede ayudar considerablemente a tener una idea de cuáles vocaciones son posibles para nosotros.” El Padre Suprior Guerric DeBona, O.S.B., habla con un visitante afuera del templo de la Arquiabadía Benedictina de Saint Meinrad.
Un hombre que conozco me dijo que a medida que se acercaba a su boda se sintió abrumado por un sentimiento de indignidad para casarse con su esposa, y menos aún para merecer los hijos que esperaban tener algún día. Cuando me acercaba a mi propia ordenación tuve un sentimiento similar de temor cuando tomé profunda conciencia de mi propia condición de pecador.

Las escrituras sin embargo nos recuerdan que "Dios escribe derecho con líneas torcidas." Sin importar lo que hayamos hecho o quién hayamos sido en el pasado, Dios aún puede usarnos. ¡Sólo tenemos que recordar a San Pedro, San Pablo y María Magdalena para saber lo que Dios puede hacer con los seres humanos débiles!

10. El discernimiento no es tu vocación

Tal vez el consejo sabio que más me ayudó en mi discernimiento fue el empujoncito de mi director espiritual cuando me dijo, "El discernimiento no es tu vocación." Llega un momento en el proceso de explorar quiénes somos y qué queremos hacer con nuestras vidas en que debemos arriesgarnos e intentar algo. Dios premia nuestros esfuerzos, y Dios puede hacer mucho más con un error que con la inercia.


Father Christian Raab, OSBEl padre Christian Raab, O.S.B. es un monje y sacerdote de la Arquiabadía de St. Meinrad en St. Meinrad, Indiana. Antes de ingresar al monasterio era maestro de escuela secundaria.


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