Lo que llamamos misa del sábado por la noche es técnicamente una “misa de vigilia”. Vigilia proviene de la palabra latina vigilia, que significa vigilar, velar. Las velas en la iglesia reciben ese nombre por la misma razón; simbólicamente “velan” por la intención de nuestras oraciones. Los cristianos siempre son “vigilantes” del Día del Señor, un recordatorio de que cada domingo del año es una pequeña Pascua, como los primeros Padres de la iglesia notaron.

El Sábado Santo inaugura “la madre de todas las vigilias” al caer la noche, con la iluminación del fuego pascual y la compartición de la luz de Cristo del cirio pascual. La oscuridad es un componente necesario de la Vigilia Pascual porque la venida de Cristo la disipa. Las vigilias anteceden muchas grandes festividades de la iglesia, incluyendo la Navidad, la Epifanía, la Ascensión, Pentecostés, la Inmaculada Concepción, la Asunción, las ocho fiestas de los Apóstoles, la festividad de San Juan Bautista, Todos los Santos, y, curiosamente, la festividad de San Lorenzo.

La misa de vigilia semanal acompañó a las reformas litúrgicas del Vaticano II, reconociendo las necesidades pastorales de trabajadores y otro tipo de personal que no podían cumplir con la obligación dominical. El papa Juan Pablo II asentó en 1998: “Porque los fieles están obligados a asistir a misa a menos de que haya un grave impedimento, los pastores tienen el correspondiente deber de ofrecer a todos la verdadera posibilidad de cumplir con el precepto… Desde un punto de vista litúrgico, de hecho, los días santos comienzan con las primeras Vísperas. Consecuentemente, la liturgia de la llamada “Misa de vigilia” es, en efecto, la ‘festiva’ misa del domingo”.

Muchas culturas antiguas observaban un “día” que duraba de ocaso a ocaso, incluyendo a nuestros antecesores judíos. Esta perspectiva es reconocida en la historia de la Creación, en la que “Así hubo una tarde y una mañana: este fue el primer día”. Posiblemente por el deseo de distinguir entre el Sabbat hebreo el sábado, y el Día del Señor el domingo, el día hebreo no es mencionado en el Catequismo de la Iglesia Católica, el cual solamente registra el permiso canónico para celebrar la misa de vigilia (CIC 2180). Este permiso puede encontrarse en el canon 1983 de la Ley Canónica, el cual establece que “el precepto de participación en la misa se puede satisfacer asistiendo a alguna misa que sea celebrada en cualquier lugar en un rito católico, ya sea en el día santo o en la tarde del día anterior” (canon 1248). Este canon responde de la manera más directa a la pregunta de “por qué”, legitimando la práctica. La razón del “por qué” está justificada por la primicia de la Vigía Pascual en nuestra vida litúrgica.

Escrituras
Génesis 1:5, 8, 13, 19, 23, 31

En línea
Dies Domini, "On Keeping the Lord's Day Holy," Apostolic Letter of Pope John Paul II, 1998

Folleto
The Lord's Day: Reflections on Dies Domini by Bill Huebsch (Twenty-Third Publications)


Reprinted with permission from PrepareTheWord.com. ©TrueQuest Communications.

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