Ser un hermano es como hacer surfing

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El hermano Nich Pérez, C.S.C. (centro) tocando jazz con los estudiantes Roman Sánchez y Alyssa Sánchez Bernal, de la Holy Cross (Santa Cruz) de San Antonio, la escuela donde enseña, en un concierto llamado Noche Acústica, que él promovió.
EL HERMANO Nich Pérez, C.S.C. (centro) tocando jazz con los estudiantes
Roman Sánchez y Alyssa Sánchez Bernal, de la Holy Cross (Santa Cruz)
de San Antonio, la escuela donde enseña, en un concierto
llamado Noche Acústica, que él promovió.
"¿HERMANO? ¿Eres un hermano religioso? ¿Qué diablos es eso?"  La mayoría de las veces estas preguntas flotan en el aire cuando me encuentro con otras personas por primera vez.  Los alumnos de la escuela secundaria donde doy clases, mis compañeros de la universidad, y los extraños que se sientan a mi lado en los aviones se han preguntado qué es un hermano religioso.  Y casi siempre empiezo con una analogía para responder a sus preguntas:  Ser un hermano es como el surf.

Después de haber crecido cerca de la playa y de haber experimentado la efervescencia de las olas y una tabla de surf, por lo general cuento detalladamente cómo un surfista espera pacientemente durante todo el día la ola perfecta.  Los pocos segundos en la cresta de la ola son momentos intensos que pueden hacerte sentir que Dios te ha llamado y ha creado esa masa de agua en movimiento especialmente para ti.  En ese segundo que dura una eternidad, Dios susurra en las profundidades de tu corazón lo mucho que te ama, y tú te deleitas con la libertad de deslizarte sobre las olas, reverberando en todo tu cuerpo y alma. Y cuando te caes de tu tabla de surf y te sumerges en el agua, sigues nadando contra la corriente para recuperarla y esperas que la ola regrese para empezar de nuevo.

Ser un hermano es bastante parecido a eso. Cada día es una aventura. Es un compromiso diario para esperar y aceptar esa ola del amor de Dios, y seguir hacia donde ella te lleve. Nosotros, los hermanos, no sabemos cabalmente hacia dónde vamos, pero estamos seguros en la esperanza de que vamos a llegar a nuestro destino en los brazos de Dios.

Diversión y desafíos

Para darte una imagen más completa de mí, imagina un vago de playa vistiendo un hábito religioso, tocando una melodía de reggae en su guitarra, o pensando cuál es la próxima secuencia de su guión de filmación. Tan poco ortodoxo como parece, prueba el punto de que la vida religiosa nunca es aburrida. Igual que cualquier otro estilo de vida, la vida de un hermano está llena de sorpresas y desafíos. Es una vida que incluye mucha diversión debido a la abundancia de oportunidades para servir, crecer y construir relaciones más sólidas.

Llevo casi cinco años con los Hermanos de la Santa Cruz y soy un miembro pleno desde hace dos años.  La preparación para la vida religiosa -o la "formación" como se le llama- fue un poco dura y difícil, algo así como un campamento militar en ciertos aspectos, pero la verdad y el significado que se puede encontrar en el camino, hacen que el viaje valga la pena.  La transición de mi antigua vida, que transcurrió en su mayor parte en el rápido mundo de la publicidad antes de unirme a los hermanos, a un estilo de vida mucho más simple, fue una gran entrega y una enorme fuente de liberación espiritual.

El equilibrio de las relaciones

Como en cualquier otra vocación, ser un hermano tiene que ver con mantener un equilibrio en las relaciones.  Hermandad es equilibrar mi relación con Dios y con los demás, incluida mi comunidad, mi familia, y la gente con la que trabajo en mi ministerio.  Como el más joven de los Brothers of Holy Cross (Hermanos de la Santa Cruz) en los Estados Unidos, este equilibrio es fundamental para mí.  Por ejemplo, si una persona se concentrase sólo en un amigo y abandonara a los demás, él o ella terminarían quedándose sin ningún amigo.  Algo similar se puede decir de mí: Si hay un desequilibrio en mis relaciones, podría terminar perdiendo el objetivo de mi vida.

La relación con Dios

Mi relación con Dios es de suma importancia porque sin la oración y el amor y la fe de Jesús en la cruz, no tiene sentido la decisión de convertirme en un hermano.  Dios es la mejor razón por la cual existen las vocaciones religiosas.  Cuando les pregunto a mis estudiantes, "¿Cuál es tu mayor aspiración en la vida?", la mayoría de las veces sus respuestas incluyen: ". . . para ser feliz."  Y la mayor parte del tiempo la búsqueda de la felicidad se redirige a la búsqueda de Dios en nuestras vidas.

Unos años antes de que yo decidiera ser un hermano, mi madre, Zenaida, que fue mi primera maestra de la fe, me hizo una pregunta simple-esto a pesar de mi trabajo lucrativo y mi rápido ritmo de vida. "Nicholai, ¿eres feliz?" Mi madre sabía que algo faltaba en mi vida, algo que yo nunca había comprendido del todo. Yo estaba muy ansioso de enfrentar el mundo por mí mismo. Era una pregunta difícil de responder en ese momento, sabiendo a ciencia cierta que le mentiría sobre eso porque no podía encontrar un rumbo en mi vida.  Me sentía avergonzado con la ironía de mi realidad, y no quería que ella se preocupara.

Después de unos años de buscar a Dios en muchos lugares, al encontrar entonces a los Brothers of Holy Cross (Hermanos de la Santa Cruz) en Austin, Texas, me pareció que esa pregunta tan categórica tiene una respuesta sencilla cuando sabes a dónde pertenece tu corazón.  Ahora, cuando me enfrento a mi madre, o a cualquier persona que me hace la misma pregunta, es fácil para mí mirarla directamente a los ojos y sonreír con confianza.  La respuesta es: "Sí".

De hecho, la hermandad es un viaje para descubrir la paz y la felicidad en la unión con Dios, que tratamos de cultivar todos los días juntos en comunidad.  Este es el mismo lazo de fe que nos lleva a todos a través de la vida, especialmente en épocas de penuria y dolor. Y encuentro este vínculo de la fe y de fraternidad particularmente significativo mientras escribo estas palabras hoy.  Soy capaz de compartir mi fuerza con mi madre, que actualmente lucha contra el cáncer, y puedo ofrecer la esperanza de Dios al resto de mi familia.  Este es un ejemplo concreto de la base espiritual que los Brothers of Holy Cross (Hermanos de la Santa Cruz) han construido dentro de mí.

Las relaciones con los demás

Para los hermanos, la comunidad es una gran cosa.  Al vivir juntos, orar juntos, y ejercer el ministerio juntos, crecemos como hermanos, confiando y ayudándonos mutuamente a cumplir con nuestra misión, que es, en palabras del fundador de la Santa Cruz, Beato Basilio Moreau, CSC, hacer que Dios sea conocido, amado y servido.  Y lo bueno de estar en la comunidad es que traemos nuestros dones con nosotros y los compartimos con los demás y con las personas a quienes servimos.

Por ejemplo, dos de mis pasiones son hacer cine y hacer música.  Yo uso mi talento en mis ministerios cuando rasgueo la guitarra para los conciertos y las liturgias, cuando enseño a mis alumnos, y cuando me toca escribir y dirigir obras de teatro o videos.  Los hermanos nunca dejan de aprovechar el potencial de cada uno de los miembros, para que podamos ser heraldos de la esperanza en cada momento y lugar al que nos envían.  Y tal vez, como especialista en medios de comunicación, me siento capaz de usar mis talentos y habilidades en tecnología para cumplir con nuestra misión de un modo u otro, especialmente en esta época de iPods y de Internet.

Para mí, vivir con los hermanos me ha dado una oportunidad de experimentar la belleza de la diversidad cultural.  Yo vivo con otros seis hermanos de todo el mundo.  Como nos turnamos para cocinar para nuestra comunidad, cada día es una feliz aventura gastronómica.  Por lo tanto, podría ser comida mexicana para el lunes, filipina o asiática el martes, o un plato europeo el miércoles, lo que demuestra una vez más mi punto de que nunca hay un día aburrido para un hermano.

A lo largo del camino hacia la vida religiosa he conocido a algunos personajes inspiradores e interesantes de la comunidad. Estos son los hermanos que han pasado sus vidas en el servicio, viajando alrededor del mundo, con un ardiente celo por ayudar a los demás y compartir su fe.  Ellos me han enseñado muchas cosas, vestigios de la sabiduría que no se puede encontrar en libros o en Internet.  He tenido las más asombrosas conversaciones con estos hombres, que parece que nunca se quedan sin energía, historias, ideas y radiante carisma.

Así y todo, ser un hermano religioso no es una vida fácil, pero es una vida que merece la pena vivir y una vocación a la que vale la pena dar una oportunidad.  Es tan emocionante como el surf, pero tú tienes que elegir y atreverte a asumir la ola de la vida, no importa cuán grande o pequeña sea. Por lo tanto, te invito: ¡atrévete!

hermano Nich L. Pérez, C.S.C.El hermano Nich L. Pérez, C.S.C. es un Hermano de la Congregation of Holy Cross  (Congregación de la Santa Cruz). Nich (que se pronuncia Nick) es un especialista en medios de comunicación y maestro en la escuela secundaria en la Santa Cruz de San Antonio. También hace videos para los programas de desarrollo de su escuela y para la oficina vocacional de su comunidad.

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